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Mostrando entradas de 2023

Velázquez, Las Hilanderas. Metamorfosis

Quería hacer un texto en el que pudiera citar una frase (que me encanta) sobre el cuervo (símbolo de muerte) que aparece en Macbeth: “Hasta el cuervo anuncia con su graznido la fatal entrada de Duncan en mi castillo” (interpretación libérrima). Macbeth, Acto I, Escena V. Luego hubiera mentado que las “brujas” de Macbeth son un trasunto de las Nornas de la mitología nórdica. Que a su vez provienen de las Parcas romanas y las Moiras griegas. Estas últimas tejen la vida de los hombres; Cloto hila con una rueca y un huso, Láquesis mide el hilo de la vida y Átropos corta, con unas tijeras, ese hilo vital. A continuación, habría puesto sobre el tapete el cuadro de Velázquez  “Las hilanderas” , que consideraba la perfecta ilustración de las Moiras. En un primer plano hay dos mujeres; una, a la izquierda con una rueca (Cloto) y otra a la derecha (Láquesis), devanando una madeja, una tercera en el suelo que podría ser Átropos y otras dos a ambos lados que constarían como criadas.  Las Hilande

El retorno del lenguaje retórico

Jorge Luis Borges dedicó su libro “El hacedor” (1960) a Leopoldo Lugones (1874-1938). Lugones fue el gran poeta argentino. Borges en 1963, 25º aniversario de su muerte (por suicidio), escribió un artículo en su memoria. El texto merece su lectura; es un ejercicio de humor, elogia sin esconder la crítica. Borges profesó en su juventud la fe ultraísta en la que Lugones ejercía de demiurgo. Comenta la pasión de Lugones por los artificios retóricos y la (excesiva) riqueza de vocabulario. Dice con ironía “Moore observó que, desde Shakespeare, sólo Kipling escribió con todo el idioma; también Lugones abrigó alguna vez este desaforado propósito.”   El poeta argentino Leopoldo Lugones y su esposa Juana González de Lugones a su llegada al Perú con ocasión de las celebraciones del Centenario de la Batalla de Ayacucho. 03/12/1924. PUCP, Pontificia Universidad Catolica del Peru. A pesar de su fama, Lugones terminó siendo olvidado. El comentario final de Borges explica las causas de esa caída en l

Hombres de Yale

He leído un libro que me ha resultado muy agradable. Se trata de “Theophilus North” , una fábula amable escrita por Thornton Wilder (1897-1975). La trama se desarrolla, en 1926, en Newport (Rhode Island, USA). Newport se puso de moda, a principios del siglo XX, como residencia de verano para las familias más ricas de los Estados Unidos. El protagonista de la novela (Theophilus North) es un joven profesor, en una especie de año sabático, que se instala en la localidad y se dedica a dar clases de tenis y ejercer de lector para algunos de los acaudalados habitantes del lugar.  La novela está escrita al final de la vida de Wilder, en 1973, y tiene obvios tintes autobiográficos. Wilder, como North, había estudiado en la Universidad de Yale y era originario de Madison (Wisconsin). Además, hay un detalle más que interesante. Wilder tuvo un hermano gemelo que nació muerto y al que sus padres habían decidido llamar Theophilus. Mr North resulta ser un trasunto, ennoblecido y mitificado, del prop

Un lector de Borges

A lo largo de toda mi vida, en muchas ocasiones, me he recitado frases o citas de Jorge Luis Borges. Recurría a ellas como mantras, creo que para conjurar mis fantasmas, mis miedos o, tal vez, mis esperanzas. Era como un anclaje a una realidad conocida, el territorio en el que alcanzaba la seguridad. La literatura puede ser perfectamente asimilable a un ámbito real en el que cada uno de nosotros transita. Tiene, además, una cualidad muy importante; se trata de una estructura cerrada. Borges murió; su obra es un escenario que cobra vida cuando se aborda la lectura de sus escritos.  Muchas de las citas me resultaban comprensibles, sabía lo que en ellas se invocaba. En otros casos la importancia residía, en exclusiva, en la eufonía. Como cuando, en la infancia, aprendía las oraciones religiosas sin comprender su significado. Las palabras, las frases, se convertían en conjuros. Una de las citas (de “Inquisiciones” ) se refería a un escrito del médico inglés Thomas Browne (1605-1682), “Urn

Zenón de Elea. La paradoja de Aquiles y la tortuga

“ Por fin, según el cable, la semana pasada la tortuga llegó a la meta. En rueda de prensa declaró modestamente que siempre temió perder, pues su contrincante le pisó todo el tiempo los talones. En efecto, una diezmiltrillonésima de segundo después, como una flecha y maldiciendo a Zenón de Elea, llegó Aquiles.” La tortuga y Aquiles, Augusto Monterroso (1921-2003).  La cita es una (muy) divertida reflexión sobre una de las paradojas de Zenón de Elea (c.490-430 a.C.). Zenón, discípulo de Parménides, pertenece a la heterogénea mezcla de lo que llamamos “presocráticos” ; un conjunto de pensadores que abrieron las puertas a la interpretación del mundo.  Aquiles curando a Patroclo, herido por una flecha. Fondo de un kylix ático, c. 500 a.C. Jorge Luis Borges, por razones que luego veremos, ha comentado en muchas ocasiones esta paradoja de Zenón. En concreto, en “Discusión” (1932) le dedica un par de ensayos en exclusiva. En uno de ellos, en primer lugar, expone la paradoja “inmortal” : “Aqu