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Análisis histórico y ficción contrafactual

“... la verdad cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.” (Cervantes, Don Quijote, primera parte, noveno capítulo, Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron).   Edición: 1650-1652, Paris, Les advantures du fameux chevalier Dom Quixot de la Manche et de Sancho Pansa, son escuyer (Jacques Lagniet) Esta cita es reproducida por Borges en Pierre Menard, autor del Quijote (Ficciones). La cita se acompaña del siguiente comentario: “Redactada en el siglo XVII, redactada por el «ingenio lego» Cervantes, esa enumeración es un mero elogio retórico de la historia.” Respecto al hecho de que lo redacte Menard, Borges comenta: “La historia, «madre» de la verdad; la idea es asombrosa. Menard, contemporáneo de William James, no define la historia como una indagación de la realidad sino como su origen. La verdad histórica, para

Alan Lomax. Peripecia española

Una de las grandes familias de musicólogos estadounidenses fue la de los Lomax. John Lomax (1867-1948) fue un pionero en la preservación del folclore típicamente norteamericano. Junto a su hijo, Alan Lomax (1915-2002), realizó numerosos trabajos de campo, sobre todo en el sur de Estados Unidos. Estos trabajos se catalogaron en La Library of Congress para la que ambos trabajaron en las décadas de 1930 y 1940.  Portada libro Ascensión Mazuela-Anguita. La fotografía está hecha en Albarracín (Teruel). Hay una anécdota muy ilustrativa sobre Alan Lomax que se produjo durante la visita de los Reyes de Gran Bretaña a Estados Unidos, invitados por el presidente Franklin Delano Roosevelt, en junio de 1939. Se planeó una velada musical para el jueves, 8 de junio de 1939. La organización del evento se encargó, por parte de Eleanor Roosevelt, a Charles Seeger Jr. Habría espirituales negros, cantos indios (cherokees), un concertista de banjo y dos canciones vaqueras. Para esto último, ante la imposi

La Torre Nueva y el presunto espía inglés.

“Visítese la Torre nueva, Puerta San Felipe. Esta torre de reloj octangular fue construida para la ciudad en 1504, y se inclina mucho, desviándose de la línea perpendicular como las de Pisa y Bolonia, lo que resulta desagradable, ya que da una sensación de inseguridad que se opone a la esencia misma del principio arquitectónico. Parece estar vacilando hacia su propia caída: “¡Ruituraque semper stat mirum!”. Está ricamente adornada con ladrillo, que, a distancia, parece moro, pero es mucho más basto tanto en diseño como en ejecución.” Richard Ford, Manual para viajeros por España y lectores en casa VII, 1845. La Torre Nueva. A la izquierda torre iglesia de San Felipe, a la derecha Torreón Fortea. En la distancia se aprecia la torre de San Pablo. El autor describe la Torre Nueva situada en Zaragoza. Se trataba, fue demolida en 1892, de una torre de estilo mudéjar que albergaba un reloj y campanas. Estaba situada en la plaza de San Felipe, al lado de la iglesia del mismo nombre y del pala

Barbara W. Tuchman. Datos, modelos y relato.

“Era tan maravilloso el espectáculo aquella mañana de mayo del año 1910, en que nueve reyes montaban a caballo en los funerales de Eduardo VII de Inglaterra, que la muchedumbre, sumida en un profundo y respetuoso silencio, no pudo evitar lanzar exclamaciones de admiración. Vestidos de escarlata y azul y verde y púrpura, los soberanos cabalgaban en fila de a tres, a través de las puertas de palacio, luciendo plumas en sus cascos, galones dorados, bandas rojas y condecoraciones incrustadas de joyas que relucían al sol. Detrás de ellos seguían cinco herederos al trono, y cuarenta altezas imperiales o reales, siete reinas, cuatro de ellas viudas y tres reinantes, y un gran número de embajadores extraordinarios de los países no monárquicos. Juntos representaban a setenta naciones en la concentración más grande de realeza y rango que nunca se había reunido en un mismo lugar y que, en su clase, había de ser la última. La conocida campana del Big Ben dio las nueve cuando el cortejo abandonó el

Velázquez, Las Hilanderas. Metamorfosis

Quería hacer un texto en el que pudiera citar una frase (que me encanta) sobre el cuervo (símbolo de muerte) que aparece en Macbeth: “Hasta el cuervo anuncia con su graznido la fatal entrada de Duncan en mi castillo” (interpretación libérrima). Macbeth, Acto I, Escena V. Luego hubiera mentado que las “brujas” de Macbeth son un trasunto de las Nornas de la mitología nórdica. Que a su vez provienen de las Parcas romanas y las Moiras griegas. Estas últimas tejen la vida de los hombres; Cloto hila con una rueca y un huso, Láquesis mide el hilo de la vida y Átropos corta, con unas tijeras, ese hilo vital. A continuación, habría puesto sobre el tapete el cuadro de Velázquez  “Las hilanderas” , que consideraba la perfecta ilustración de las Moiras. En un primer plano hay dos mujeres; una, a la izquierda con una rueca (Cloto) y otra a la derecha (Láquesis), devanando una madeja, una tercera en el suelo que podría ser Átropos y otras dos a ambos lados que constarían como criadas.  Las Hilande

El retorno del lenguaje retórico

Jorge Luis Borges dedicó su libro “El hacedor” (1960) a Leopoldo Lugones (1874-1938). Lugones fue el gran poeta argentino. Borges en 1963, 25º aniversario de su muerte (por suicidio), escribió un artículo en su memoria. El texto merece su lectura; es un ejercicio de humor, elogia sin esconder la crítica. Borges profesó en su juventud la fe ultraísta en la que Lugones ejercía de demiurgo. Comenta la pasión de Lugones por los artificios retóricos y la (excesiva) riqueza de vocabulario. Dice con ironía “Moore observó que, desde Shakespeare, sólo Kipling escribió con todo el idioma; también Lugones abrigó alguna vez este desaforado propósito.”   El poeta argentino Leopoldo Lugones y su esposa Juana González de Lugones a su llegada al Perú con ocasión de las celebraciones del Centenario de la Batalla de Ayacucho. 03/12/1924. PUCP, Pontificia Universidad Catolica del Peru. A pesar de su fama, Lugones terminó siendo olvidado. El comentario final de Borges explica las causas de esa caída en l