Este fue el comienzo del discurso que Louis de Saint-Just (1767-1794) dirigió a la Convención Nacional (Primera República Francesa) a mediodía del 9 de termidor del año II (27/07/1794):
“Yo no soy de ninguna facción y lucharé contra todas. Nunca se extinguirán si no es por obra de las instituciones, que ofrecen garantías, que fijan los límites de la autoridad y que obligan al orgullo humano a someterse al yugo de la libertad pública. El curso de las cosas ha querido que esta tribuna pueda convertirse en roca Tarpeya para quien venga a deciros que los miembros del Gobierno han abandonado la senda de la sensatez…”
“Yo no soy de ninguna facción y lucharé contra todas. Nunca se extinguirán si no es por obra de las instituciones, que ofrecen garantías, que fijan los límites de la autoridad y que obligan al orgullo humano a someterse al yugo de la libertad pública. El curso de las cosas ha querido que esta tribuna pueda convertirse en roca Tarpeya para quien venga a deciros que los miembros del Gobierno han abandonado la senda de la sensatez…”
En ese preciso instante Saint-Just fue interrumpido por los gritos del diputado Tallien diciendo:
“El orador ha empezado diciendo que no pertenece a ninguna facción, y yo digo lo mismo: solo me represento a mí mismo, y a la libertad. Por eso voy a hacer que se oiga la verdad … No vemos más que división por todas partes. Ayer, un miembro del Gobierno quiso alejarse de él y pronunciar un discurso en su propio nombre; hoy, otro está haciendo lo mismo. Han venido aquí a atacarse, a agravar los males de la patria, a precipitarla en el abismo. Exijo que se rasgue por completo el velo.”
El miembro del Gobierno al que se refiere Tallien es Maximilien de Robespierre, compañero de Saint-Just en el Comité de Salvación Pública (CSP).
Según relata Colin Jones (La caída de Robespierre, Crítica 2023): “La audacia de esta acometida directa coge a todos por sorpresa. Uno de los diputados, Thibaudeau, siente «una conmoción eléctrica» que recorre a todos los reunidos y que se acentúa cuando su comentario desencadena tres rondas coordinadas de vítores procedentes de una claque de diputados a los que, sin duda, ha preparado Tallien para la ocasión.”
El profesor Colin Jones, en el libro citado, realiza un auténtico experimento literario. Integrando una cantidad extraordinaria de fuentes elabora un relato que sigue la cronología horaria del 9 de termidor. Examina los antecedentes y las consecuencias de los acaecimientos que se desarrollaron en París en ese día. El 9 de termidor es un punto de inflexión en el proceso de la Revolución Francesa, que había comenzado el 14 de julio de 1789. En el curso de los acontecimientos se derrocó a Luis XVI el 10 de agosto de 1792 y se proclamó la República Francesa el 21 de septiembre de 1792 por parte de la Convención Nacional (asamblea electa).
“El orador ha empezado diciendo que no pertenece a ninguna facción, y yo digo lo mismo: solo me represento a mí mismo, y a la libertad. Por eso voy a hacer que se oiga la verdad … No vemos más que división por todas partes. Ayer, un miembro del Gobierno quiso alejarse de él y pronunciar un discurso en su propio nombre; hoy, otro está haciendo lo mismo. Han venido aquí a atacarse, a agravar los males de la patria, a precipitarla en el abismo. Exijo que se rasgue por completo el velo.”
El miembro del Gobierno al que se refiere Tallien es Maximilien de Robespierre, compañero de Saint-Just en el Comité de Salvación Pública (CSP).
Según relata Colin Jones (La caída de Robespierre, Crítica 2023): “La audacia de esta acometida directa coge a todos por sorpresa. Uno de los diputados, Thibaudeau, siente «una conmoción eléctrica» que recorre a todos los reunidos y que se acentúa cuando su comentario desencadena tres rondas coordinadas de vítores procedentes de una claque de diputados a los que, sin duda, ha preparado Tallien para la ocasión.”
El profesor Colin Jones, en el libro citado, realiza un auténtico experimento literario. Integrando una cantidad extraordinaria de fuentes elabora un relato que sigue la cronología horaria del 9 de termidor. Examina los antecedentes y las consecuencias de los acaecimientos que se desarrollaron en París en ese día. El 9 de termidor es un punto de inflexión en el proceso de la Revolución Francesa, que había comenzado el 14 de julio de 1789. En el curso de los acontecimientos se derrocó a Luis XVI el 10 de agosto de 1792 y se proclamó la República Francesa el 21 de septiembre de 1792 por parte de la Convención Nacional (asamblea electa).
Fiesta del Ser Supremo. Campo de Marte, Paris. 20 de pradial del año II (08/06/1794). |
A partir de ese momento la historia se acelera. Robespierre es el dueño de la situación. Se ve a sí mismo como el incorruptible salvador de la patria. Instaura un régimen que luego será calificado como el período de “el Terror”.
Ha sido uno de los impulsores de los cambios más importantes que ha propiciado la Revolución; protección social, precios máximos de los alimentos, protección del patrimonio cultural, reclutamiento militar universal.
Siendo un visionario, no es un hombre de acción; esto le terminará perjudicando. Se considera imprescindible; su arrogancia inquieta a sus colegas en el CSP y en la propia Convención. En los últimos tiempos una de sus creaciones, la Ley de 22 de pradial (10/07/1794) que suprime todo tipo de garantías jurídicas ante el Tribunal Revolucionario, ha provocado muchas divisiones. También su intención de instaurar el culto al Ser Supremo, abandonando el carácter laico de la Revolución.
Pero, sobre todo, el día anterior a la intervención de Saint- Just, el 8 de brumario, ha pronunciado un discurso en el Club de los jacobinos en el que, más o menos veladamente, ha apuntado una nueva “caza de brujas” en el gobierno y en la propia Convención. Precisamente Saint-Just, en su discurso interrumpido, iba a abogar por un nuevo derramamiento de sangre necesario para el devenir revolucionario.
El diputado Tallien, que interrumpe a Saint-Just, había estado visitando durante toda la noche del 8 de brumario a los diputados de derechas, conocidos como el “marais” (el pantano) por su ubicación en la sala de la Convención, en la parte baja.
Las visitas tenían como finalidad obtener apoyos para una posible respuesta a las intenciones de Robespierre.
El profesor Jones argumenta que seguramente no hubo conspiración por parte de Robespierre ni tampoco por parte de sus enemigos. La secuencia de acontecimientos que se inicia el 9 de termidor respondería a decisiones individuales, o de grupos, que van improvisando sobre la marcha, a veces de una forma bastante torpe e ineficaz.
La Convención ordena el arresto de Robespierre y sus seguidores. La Comuna de París se enfrenta a la Convención apoyando a Robespierre. A lo largo del día hay movimientos en toda la ciudad que se van decantando de una forma muy caótica a favor de los intereses de la Convención, que al final gana la partida. El 10 de termidor Robespierre, Saint-Just y algunos de sus partidarios son guillotinados en la plaza de la Revolución (hoy Concordia).
Inmediatamente después la Revolución se derechizó, hubo una reacción que terminó el 18 de brumario del año VIII (9/11/1799) con el golpe de Estado de Bonaparte. Pero eso es otra historia.
Sala de la Asamblea. 10 de agosto de 1792 |
A estos interrogantes podría responder la hipótesis apuntada por el profesor Timur Kuran en 1983 y, posteriormente desarrollada en un libro, “Private Truths, Public Lies. The Social Consequences of Preference Falsification” (Harvard University Press, 1995).
El título resulta ser muy expresivo. Presenta el concepto sociológico de “falsificación de preferencias”. Este fenómeno se produciría cuando los individuos, integrantes de una sociedad determinada, ocultan sus preferencias (o intenciones) por temor a un posible castigo (en las autocracias) o simplemente por no atreverse a ir en contra de las corrientes de opinión vigentes en su entorno social.
Dice el profesor Kuran: “Una frase que capta exactamente el significado de la falsificación de preferencias es “vivir una mentira”. … Vivir una mentira es estar agobiado. por la propia mentira. La fuente de la carga podría ser la culpa que uno sufre por haber evitado la responsabilidad social, o la ira que uno experimenta por no haber estado a la altura de sus estándares personales, o el resentimiento que uno siente por haber sido inducido a suprimir su individualidad. Cualquiera que sea la naturaleza del malestar, demuestra persistencia.”
Los estallidos sociales se podrían explicar reconociendo la existencia de este concepto. En el instante en que los actores sociales se dan cuenta de que pueden mostrar sus auténticas preferencias sin temor al castigo, o a la exclusión social, se desmorona un determinado “statu quo”. Y, en ese momento, los propios espectadores (y actores) se quedan atónitos.
Timur Kuran presenta en su libro varios ejemplos de “falsificación de preferencias”. Uno de ellos es la propia Revolución Francesa. Otro la Revolución Rusa; los eventos que se desarrollan en el año 1917 y que desembocan en la toma del poder por los bolcheviques
Ambos acontecimientos están íntimamente relacionados. Los bolcheviques tenían muy presente lo que había ocurrido en la Revolución Francesa. En un momento tan temprano como 1905 Stalin, recién huido de su destierro en Siberia y residiendo en Georgia, leía atentamente una historia de la Revolución Francesa. Trotski se veía a sí mismo como Robespierre traicionado por la reacción de Termidor. A su vez, sus compañeros lo veían, en su condición de jefe del Ejército Rojo, como un posible Bonaparte. El que terminó interpretando el papel de Robespierre fue Stalin. Sus Grandes Purgas respondían a la obsesión de evitar peligros como el de los girondinos, eliminados por Robespierre, o el de los reaccionarios que el 9 de Termidor se hicieron con el poder.
Juramento del Jeu de Pomme. 20 junio 1789. Jacques Louis David. |
Un supuesto de falsificación de preferencias muy interesante se produjo en el Islam. Timur Kuran, por su origen turco y su especialidad (Estudios Islámicos), estudió el caso de disimulo religioso se produjo en la dinastía omeya, a fines del siglo VII.
Los califas (omeyas) suníes “consideraron una prueba de devoción islámica insultar a los fundadores del chiísmo. Al ver que no pasar la prueba podría traer grandes dificultades, incluso la muerte, los chiítas adoptaron la doctrina taqiya, que les permitía ocultar su heterodoxia en caso de peligro, siempre y cuando la conservaran en sus propios corazones y mentes. Aunque la doctrina es anterior al Islam, se consideró que su justificación era un versículo del Corán: “Ya sea que ocultéis lo que hay en vuestros corazones o lo reveléis, Alá lo sabe”.”
En este contexto no es casual que el ayatolá Jomeini, en la Revolución Islámica de Irán (1979), declarara: “El tiempo de la taqiya ha terminado. Ahora es el momento de levantarnos y proclamar las cosas en las que creemos”
Una nota curiosa, el término “taqiya” es el antecesor etimológico de la palabra española “taquilla”. Según Corominas y Pascual (Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico) su origen podría estar en el vocablo árabe “tâqa”, traducido como ventana u hornacina. De “taca” (utilizado en Córdoba), alacena pequeña, deriva taquilla. Por su parte el diccionario de la RAE en una de las acepciones de “taquilla” indica “Armario individual para guardar la ropa y otros efectos personales…”. Sin comentarios.
Los califas (omeyas) suníes “consideraron una prueba de devoción islámica insultar a los fundadores del chiísmo. Al ver que no pasar la prueba podría traer grandes dificultades, incluso la muerte, los chiítas adoptaron la doctrina taqiya, que les permitía ocultar su heterodoxia en caso de peligro, siempre y cuando la conservaran en sus propios corazones y mentes. Aunque la doctrina es anterior al Islam, se consideró que su justificación era un versículo del Corán: “Ya sea que ocultéis lo que hay en vuestros corazones o lo reveléis, Alá lo sabe”.”
En este contexto no es casual que el ayatolá Jomeini, en la Revolución Islámica de Irán (1979), declarara: “El tiempo de la taqiya ha terminado. Ahora es el momento de levantarnos y proclamar las cosas en las que creemos”
Una nota curiosa, el término “taqiya” es el antecesor etimológico de la palabra española “taquilla”. Según Corominas y Pascual (Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico) su origen podría estar en el vocablo árabe “tâqa”, traducido como ventana u hornacina. De “taca” (utilizado en Córdoba), alacena pequeña, deriva taquilla. Por su parte el diccionario de la RAE en una de las acepciones de “taquilla” indica “Armario individual para guardar la ropa y otros efectos personales…”. Sin comentarios.
BIBLIOGRAFIA
Colin Jones. La caida de Robespierre: 24 horas en el París revolucionario. Crítica, 2023. ISBN 978-8491995265.
Timur Kuran. Private Truths, Public Lies: The Social Consequences of preference Falsification. Harvard University Press, 1997. ISBN 978-0674707580.
Joan Corominas y José A. Pascual. Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, Tomo 5 RI-X. Editorial Gredos. 1983. ISBN 84-249-0879-1