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La delgada línea roja

La delgada línea roja es una expresión que utilizó el periodista William H. Rusell cuando ejerció de corresponsal de guerra en la de Crimea (1853-1856).  Se refería a la defensa que hizo el 93 Regimiento de Highlanders manteniendo una posición contra la caballería rusa.
La delgada línea roja . Robert Gibb (1881) - Museo Nacional de la Guerra. Edimburgo
Rusell era corresponsal por cuenta del Times londinense; fue extremadamente crítico con el ejército británico y, sobre todo, por el trato a los soldados, los cuales sufrieron una enorme cantidad de bajas por enfermedades. Las crónicas que enviaba provocaron numerosas protestas que incluyeron a la propia reina Victoria y a su marido Alberto.
William H. Rusell - Roger Fenton (1855)
La guerra de Crimea enfrentó a los rusos con una coalición liderada por británicos y franceses para proteger al Imperio Otomano. La coalición fue comandada por el mediocre Lord Raglan; en ella se realizó la carga de la Brigada Ligera en Balaclava dirigida por el incompetente Lord Lucan y un auténtico asno, Lord Cardigan. Más tarde, la carga, fue cantada por el poeta oficial del Imperio Británico Alfred Tennyson: "por el Valle de la Muerte, cabalgan los Seiscientos ..."
Grupo hombres 13th Light Dragoons - Roger Fenton (1855)
La guerra de Crimea es la primera guerra moderna, hay críticas periodísticas, aparece un cuerpo de enfermeras dirigido por Florence Nigthingale, y sobre todo fue la primera guerra en ser objeto de un amplio reportaje fotográfico (al colodión húmedo) llevado a cabo por el equipo de Roger Fenton. En la Library of Congress (USA) es posible descargar en gran formato un apreciable número de fotografías de dicho reportaje.
Marcus Sparling - Asistente de Roger Fenton (1855)
Sobre todo fue una guerra que se libró, además de en el campo de batalla, en la prensa y en la propaganda. El reportaje fotográfico fue encargado por el príncipe Alberto para contrarrestar las duras crónicas de Rusell. La opinión pública y la prensa pasaron a tener una importancia creciente en la toma de decisiones políticas. En el estado moderno ya no bastaba la mera acción política, en el futuro iba a ser necesario convencer, seducir o engañar a la ciudadanía.