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La guerra de Corea. Grupos de poder

El devenir de la Historia se produce mediante acontecimientos entrecruzados que influyen entre sí de una forma no determinista, un tanto caótica. Tendemos a pensar que las decisiones humanas y los acontecimientos naturales tienen naturaleza de vector direccional, los concebimos como si fueran flechas espacio-temporales. Es posible que, en realidad, sean impactos que generan ondas (como piedras que caen al agua) y que esas ondas, con una frecuencia, amplitud y profundidad determinadas, chocan con otras y generan turbulencias. Esas turbulencias son los efectos de los acontecimientos ocurridos y por su naturaleza caótica nos resulta extremadamente difícil discernir una relación causal. El caos se convertiría de esta manera en una especie de armonía de carácter superior. 

Partiendo de estas premisas una de las formas más operativas para proceder a un análisis histórico sería identificar modelos adecuados para cada evento. Recordemos el método científico de creación de modelos: desglosar en las partes componentes, comprender cada una de las partes y desentrañar como encajan las partes. El clásico proceso de deconstrucción y reconstrucción.

Como ejercicio, el análisis de la Guerra de Corea nos permite manejar un evento con la suficiente complejidad como para servir de ejemplo. Se trata de un enfrentamiento entre dos bloques. Estos bloques, a su vez, se desglosan en diferentes grupos de poder con intereses y objetivos en algunos sentidos convergentes y en otros claramente diferenciados. 
Además, las características de cada uno de los bloques permiten analizar estructuras diferentes. Por un lado, La Unión Soviética y China, y por otro, Estados Unidos.

En los regímenes autoritarios las decisiones y los flujos y dinámicas que generan estas decisiones son más sencillos. Esto se produce fundamentalmente porque toda oposición está silenciada, o eliminada. Hay que añadir que, en lo que se refiere a la URSS la mentalidad estaba fuertemente marcada por la ideología, que funcionaba como una ortodoxia cuasireligiosa. Es preciso tener en cuenta que Stalin, paranoico y desconfiado, tomaba las decisiones personalmente con un férreo control del sistema.

En cuanto a Mao Zedong que, hasta la guerra de Corea, estaba en un escalón ligeramente más alto que un “primus inter pares”, salió reforzado de este asunto. El gobierno de China lo llevaba a cabo el Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh). Se acababa de proclamar la República Popular China, el 1 de octubre de 1949, con la derrota del Kuomintang y su retirada a  Taiwan dirigido por Chiang Kai-shek.

En lo que se refiere a Estados Unidos el asunto es más complejo. En las democracias la toma de decisiones se realiza por parte de grupos de poder con intereses diferentes que negocian constantemente entre sí. Habitualmente los actos de cada grupo tienen como finalidad generar dinámicas que, a su vez, configuren situaciones en las que las decisiones estén predeterminadas. Uno de los instrumentos más eficaces para ello es la existencia de la prensa libre. El ámbito periodístico es el lugar donde los diferentes grupos van creando escenarios donde se identifican los conflictos y sus posibles soluciones. Las instituciones, el poder legislativo y el ejecutivo, toman las decisiones sin perder de vista los escenarios que se han puesto de manifiesto. En el asunto de la Guerra de Corea se trataría de identificar los grupos de poder en Estados Unidos y como interactuaron entre sí. 

El objetivo que se plantea es utilizar la Guerra de Corea como instrumento para comprobar si este sistema de trabajo es eficaz y crea hipótesis lo suficientemente cercanas al conocimiento de la realidad. El tiempo transcurrido desde los acontecimientos, que ocurren a principios de la década de 1950, y la desclasificación de documentos nos permite un análisis de una profundidad realmente sorprendente.

CRONOLOGÍA DE LA GUERRA DE COREA

La guerra comenzó el 25 de junio de 1950 con la invasión de Corea del Sur por parte de los norcoreanos. Arrinconaron a las tropas norteamericanas en el sureste (Pusan). 

El mando de las tropas sobre el terreno era el general del Octavo Ejército Walton Walker. Se trataba de un soldado eficaz, pero el puesto le venía grande. El jefe directo de Walker era Douglas MacArthur desde su Cuartel General en Tokio, como comandante supremo de las Fuerzas Aliadas en Japón. Este fue uno de los problemas fundamentales de la campaña coreana como luego veremos.

Estados Unidos consiguió el apoyo de la ONU e integró un ejército multinacional, pero compuesto fundamentalmente por tropas norteamericanas. Siguiendo una idea de MacArthur, se efectuó un contraataque mediante un desembarco en Inchon el 15 de septiembre que tuvo éxito. Se recuperó el territorio de Corea del Sur y cruzando el paralelo 38, línea de demarcación de las dos Coreas, se llegó hasta la frontera con China, en el río Yalu. 

En ese momento, un ejército chino dirigido por Peng Dehuai, veterano militar de la “larga marcha”, invadió Corea el 15 octubre de 1950, e hizo retroceder a los norteamericanos. Hubo feroces combates, se distinguió la Primera División de Marines en la zona del Embalse de Chosin.

El 26 de diciembre de 1950 el general Ridgway asumió el mando de todas las tropas en Corea, a causa de la muerte en accidente del general Walton Walker, comandante sobre el terreno.

En ese momento se le quita el control efectivo de las tropas en Corea a MacArthur y Ridgway aplica una concepto de guerra contenida. Logra reorganizar las unidades, utiliza técnicas de tropas aerotransportadas (su especialidad) y no intenta implementar otra estrategia que mostrar a los chinos que la guerra les va a costar cara en hombres y material. Es decir, convierte la guerra en un instrumento político no en un fin en sí misma. Reconduce el ámbito bélico al terreno político en los términos de Sun-Tzu y de Clausewitz. Hay que recordar que, en su condición de subjefe del Estado Mayor hasta ese momento, estaba en íntimo contacto con Dean Acheson, Secretario de Estado, y con el propio Presidente Truman. La administración norteamericana comienza el camino para deshacerse de MacArthur que había actuado de forma muy peligrosa sin haber comprendido en absoluto que no se trataba de una guerra a muerte sino, literalmente, de un enfrentamiento de tanteo. Reveló su poca inteligencia estratégica y su falta de preparación intelectual.

El ejército chino funcionó con infantería que solamente tenía a su disposición armamento ligero, ametralladoras y morteros. A pesar de su eficiencia en técnicas de ocultación que le permitieron emboscar y acosar sistemáticamente al ejército norteamericano terminó pagando un precio muy alto en bajas por la potencia de fuego, aéreo y de artillería pesada, estadounidense. La táctica, implementada por Matthew Ridgway, consistía en crear cuadros de resistencia que eran abastecidos por vía aérea de forma muy eficaz. De esta manera no era necesario mantener un frente continuo y se debilitaba sustancialmente la táctica china de ataques puntuales por infiltración y retirada. Los chinos solicitaron ayuda aérea a la URSS, pero Stalin se inhibió, temiendo represalias en una escala mayor (nuclear). 

Hombres del 3º Batallón, 34º Regimiento de Infantería, 35º División de Infantería, cubriéndose detrás de las rocas para protegerse de la explosión de proyectiles de mortero, cerca del río Hantan en Corea central. 11/04/1951. Library of Congress 
Finalmente, tras una cruenta guerra de desgaste mutuo, se firmó un armisticio el 27 de julio de 1953, ya en la presidencia de Eisenhower.

ANTECEDENTES PENÍNSULA COREA

El Tratado de Shimonoseki firmado el 17 de abril de 1895 puso fin a la primera guerra sino-japonesa. Entre otras cosas significó el fin del control chino sobre Corea y el aumento de la influencia japonesa. Finalmente Japón se anexionó Corea en 1905 y la convirtió en una colonia en 1910.  Japón se impuso erradicar la identidad coreana. 

Soldados japoneses en Chemulpo (ahora Inchon) en Corea. 1904. Library of Congress
Con la capitulación del Japón en 1945 se crearon dos zonas, la del norte controlada por la URSS y la del sur por los Estados Unidos. Ambas separadas a la altura del paralelo 38.

Las dos figuras que serían claves en la guerra de Corea fueron Syngman Rhee y Kim Il-Sung. Syngman Rhee, doctorado en Ciencias Políticas por Princeton, era muy apreciado por  Woodrow  Wilson. Wilson era el presidente de la Universidad de Princeton y posteriormente de los Estados Unidos. En la conferencia de Paz de París, en 1919,  Wilson no ayudó a los coreanos. Estados Unidos necesitaba como socio en Asia a Japón.

Rhee fue nombrado en 1919 presidente del gobierno provisional de la República de Corea y fue destituido en 1925 por su actitud dictatorial. Después de la liberación en 1945, Rhee terminó siendo elegido en 1948 presidente de la República de Corea. Durante las elecciones se usó la violencia y después Rhee aprovechó su poder para librarse de sus rivales políticos.

En lo que se refiere al otro lado del espectro ideológico, en 1928 el Comintern disolvió el naciente Partido Comunista de Corea para formar a los cuadros en Moscú. Posteriormente en las purgas estalinistas de 1937 se fusiló a los principales dirigentes comunistas coreanos y se deportó a 200,000 coreanos soviéticos al Asia central. Un superviviente fue Kim-Il Sung. Se afilió al Partido Comunista de China (PCCh) y participó en la lucha de guerrillas contra los japoneses hasta 1940. Se alistó en el Ejército Rojo y luchó contra los alemanes. Como oficial soviético volvió a Corea en 1945.

El primer gobernador soviético del norte de Corea fue el general Terenty Formich Shtykov, que se convirtió en embajador cuando se creó Corea del Norte en 1948. En realidad siguió siendo el rector de Corea, bajo las órdenes de  Stalin hasta 1951, cuando se vislumbró el fracaso del bloque comunista en la guerra coreana.

UNION SOVIÉTICA Y CHINA

Hay un archivo, Wilson Center Digital Archive (en Washington DC), que ha digitalizado los telegramas cruzados entre Stalin y Mao Zedong sobre los avatares que rodean a la guerra de Corea. Resultan sumamente interesantes para comprender la naturaleza instrumental de dicho enfrentamiento y, además, para entender lo que ocurrió en el mundo comunista a raíz de este evento. Hay casi 200 documentos cuyo análisis muestra lo que estaba ocurriendo en el “otro lado” y las luchas internas entre Stalin y Mao que terminarían desembocando en la escisión entre China y la URSS a fines de la década de 1950.

Kim Il-Sung, el dirigente norcoreano, aparente protagonista de la guerra, era un ferviente comunista y un instrumento de Stalin al que reverenciaba. Despreciaba a los chinos, al fin y al cabo eran vecinos, y ellos recelaban de él. Por su parte Stalin, que estaba al final de su vida (murió en 1953), estaba jugando una enorme partida de ajedrez con los Estados Unidos. En 1948 había sufrido una derrota en Berlín, al intentar cerrarlo a los aliados y que fue frustrado con un puente aéreo montado por los norteamericanos. En agosto de 1949 tuvo lugar la primera prueba atómica de la URSS, el monopolio americano desapareció. El 1 de octubre de 1949 se proclamó la República Popular China con Chian Kai-Shek retirándose a Taiwan derrotado por Mao Zedong.

En fecha tan temprana como el 23 de octubre de 1949 Mao escribe a Stalin diciendo que está de acuerdo en que el ejército de Corea del Norte no está preparado para la invasión. Stalin contesta el 5 de noviembre mostrando la misma opinión. Este cruce de telegramas revela que el interés por Corea estaba ya en el ánimo de los dirigentes comunistas.

Mao Zedong y Kim Il-sung. fines años 1960.
Stalin celebró su 70º cumpleaños en diciembre de 1949 con la asistencia de jerarcas de todos los países comunistas. Mao sufrió la humillación de ser uno más, no fue el interlocutor especial, no se le trató como el representante del país comunista más importante después de la propia URSS.  De hecho, los jerarcas soviéticos, que le iban visitando en su dacha durante los meses que estuvo en Moscú, comentaban que no tenía formación marxista. Stalin comentó a leer la traducción al ruso las opiniones teóricas de Mao: “¿Qué clase de marxismo es éste? ¡Esto es feudalismo!”. Creía que Mao podría tener tendencias derechistas y moderarse en el futuro frente a Estados Unidos. (Halberstan).

En los acontecimientos venideros, la guerra de Corea, Stalin intentaría manipular a Mao de acuerdo con sus intereses. La documentación muestra que el auténtico gestor de los acontecimientos fue Stalin. Impulsó la guerra, organizó la ayuda soviética y tuvo muy presente que era una distracción sobre su auténtico objetivo que era la presión en Europa. 

El 12 de enero de 1950 Dean Acheson, Secretario de Estado, pronunció un discurso en el Club de Prensa de Washington en el que, describiendo el perímetro defensivo de los intereses estadounidenses en Asia, dejó fuera a Corea. Fue una torpeza, así la calificó Averell Harriman, y Stalin tomó muy buena nota. Es una especulación, pero cabría preguntarse si Acheson lo hizo a propósito. Por un lado no podía ignorar el estado de ánimo en el bloque comunista respecto a Corea y por otra parte en Estados Unidos había interés en lograr un rearme militar. 

El 14 de febrero de 1950 Mao  y Stalin firmaron el Tratado chino soviético de Amistad, Alianza y Ayuda Mutua. En dicho pacto Mao obtuvo mucho menos de lo que esperaba. Mas adelante Mao diría que obtener dinero de Stalin era como “sacar carne de las fauces de un tigre.”(Powaski)

Stalin en unos telegramas enviados, a mediados de mayo, le dice a  Mao que la invasión de Corea del Sur por parte del ejército de Corea del Norte (KPA) sería posible porque había cambiado la situación internacional. Además, le dice que habría que esperar a la reunificación coreana para firmar un tratado de amistad chino-coreano. Ese tratado habría supuesto una influencia china en Corea que Stalin no estaba dispuesto a consentir. Por su parte, Kim Il-Sung estaba deseando la invasión y a Stalin le interesaba para poner a prueba la respuesta norteamericana. Es preciso tener en cuenta que China y Corea del Norte dependían absolutamente de la ayuda militar soviética.

En octubre de 1950 cuando los chinos se plantearon la invasión (ante el fracaso de los norcoreanos) hay dos hechos que resultan esclarecedores y merecen ser comentados. Uno de ellos es la reunión clandestina  el 1 de octubre, celebrada en casa (en Long Island) de un ejecutivo del National City Bank of NY (W.W.Lancaster), entre el subsecretario de Estado (de Extremo Oriente) Dean Rusk y el embajador de la URSS ante la ONU, Yakov Malik. No se llegó a ningún acuerdo, fue una toma de contacto. Esta reunión en un momento tan temprano de la guerra no es casual, ambos contendientes consideraban la guerra con carácter instrumental, y el interlocutor visitante no es otro que la URSS, sin participación de China ni Corea del Norte. Era un asunto entre los Estados Unidos y la URSS. 

El otro hecho está relacionado con el propio Mao Zedong. En un telegrama fechado el  5 de octubre de 1950, (después de la reunión citada) Stalin le comenta a Mao que no deben temer una confrontación con Estados Unidos. Además, insinúa que comprende que hay una oposición interna en China con respecto a la guerra, tal y como el propio Mao le había indicado. También dice que “Entiendo de tal manera que los partidos burgueses que forman parte de la coalición china pueden, en caso de guerra, explotar el descontento en el país contra el Partido Comunista Chino y su liderazgo. Por supuesto, usted debe conocer la situación interna en China mejor que nadie.” 
Este comentario era un golpe bajo para comprobar como reaccionaba Mao.

El 7 de octubre el embajador ruso en China, Nikolai Roshchin, cuenta a Stalin en un telegrama que Mao le ha comentado los problemas que puede provocar la intervención china ya que el poder aéreo de Estados Unidos no podría ser contrarrestado a causa de la deficiencias chinas. En definitiva, que no hay que precipitarse.

Sin embargo en un telegrama que Mao envía a Stalin el 9 de octubre le dice:
“Recibí su telegrama de respuesta con placer. El Pleno de  CC de nuestro Partido está totalmente de acuerdo con su opinión. Ya he nombrado a Peng Dehuai comandante general y comisario del Ejército Popular de Liberación chino.Cde. Gao Gang es responsable del apoyo y suministro del ejército voluntario. Ya han volado a Mukden desde Pekín esta mañana.
Las tropas podrían comenzar a cruzar a territorio coreano alrededor del 15 de octubre.
Ya he informado a Kim Il Sung sobre la decisión de enviar el ejército voluntario chino a Corea.”

No tenemos el telegrama a que se refiere este escrito. Debemos suponer que Stalin ha prometido apoyo aéreo. De hecho Mig-15 con pilotos soviéticos apoyaron la invasión.
La maniobra de Mao fue magistral, le permitió dejar en fuera de juego a sus oponentes en el Comité Central. Por eso estaba dando largas a su intervención. Al final el apoyo de Stalin reforzó la posición de Mao. 
Había sido un juego doble, Mao se dejó utilizar por Stalin y a su vez utilizó a Stalin en beneficio propio.  A partir de aquel momento la revolución china estuvo en manos de Mao Zedong. No hubo más discusiones internas en el Comité Central del PCCh.  Mao Zedong, utilizó la guerra como instrumento para consolidar su poder en China. Y ello implicaba que a partir de ese momento podría operar sin las directrices de Moscú. La muerte de Stalin en 1953 le daría la excusa para, en nombre de una ortodoxia que nunca había compartido, romper con la URSS en 1960.

ESTADOS UNIDOS

Henry Luce, el propietario de las revistas Time y Life escribió un editorial en esta última el 17 de febrero de 1947 en el que decía: “A lo largo de los siglos XVII, XVIII y XIX, este continente estaba repleto de múltiples proyectos y magníficos propósitos. Por encima de todos ellos y entretejiéndolos a todos en la bandera más emotiva del mundo y de toda la historia, se encontraba el propósito triunfal de la libertad. Es en este espíritu al que todo estamos llamados, cada uno según su propia capacidad y cada uno en el horizonte más amplio de su visión, para crear el primer gran siglo americano.”

Clare Boothe Luce, embajadora en Italia, y su marido Henry Luce, llegando al aeropuerto de Idlewild (New York). 1954. fotografía de Phil Stanziola. Library of Congress.
Henry Luce nació en China, hijo de un misionero. Siempre defendió el interés que debería tener Estados Unidos en el devenir de China. Aglutinó intereses imperiales norteamericanos, creó una especie de “lobby” de China. Formó parte del Partido Republicano, sus revistas siempre defendieron las tesis más duras de la diplomacia norteamericana y forjaron el mito de Douglas MacArthur. MacArthur fue  un personaje clave para entender los entresijos y las trastiendas de la posición norteamericana en la guerra de Corea.

El New York Times publicó, el 26 de septiembre de 2007, un artículo de William Grimes que resultaba ser una mezcla entre obituario y crítica literaria. Comentaba el libro de David Halberstam (1934-2007) “The Coldest Winter: America and the Korean War” (“La guerra olvidada”, Crítica, 2008). Comienza diciendo que la guerra de Corea fue “un conflicto militar perfectamente adaptado a la era del existencialismo, la alienación y el antihéroe. Los objetivos eran oscuros, y el enemigo sombrío.” Grimes califica a MacArthur diciendo que es “una presencia luciferina, junto con su espeluznante jefe de inteligencia, Charles Willoughby, y su servilmente adorador segundo al mando, el general Edward M. Almond.” MacArthur representaba, con una tremenda ambición política y un enorme resentimiento personal hacia los políticos, al sector más conservador del partido republicano que acusaba a los demócratas de haber perdido China con el triunfo de Mao Zedong en 1949. 

MacArthur, actuando en contra de las órdenes de Washington, falseó sistemáticamente los datos de inteligencia y negó la posibilidad de que el ejército chino llegará a intervenir en la contienda. Llegó a ignorar instrucciones concretas de Truman, al que despreciaba. Quería utilizar bombas atómicas tácticas, lo cual hubiera provocado la intervención de los soviéticos. Truman se encontró en el mismo dilema que Lincoln con McClellan, el jefe del Ejército del Potomac, al que tuvo que destituir el 11 de marzo de 1862 tanto por su pasividad como por su insubordinación. Finalmente el 11 de abril de 1951 Truman fulminó a MacArthur. Según apunta Halberstam, Truman dijo en privado (sobre MacArthur) que «El problema estaba en que quería ser procónsul, algo así como emperador del Lejano Oriente. Olvidó que no era más que un general del ejército bajo su comandante en jefe, el presidente de Estados Unidos».

MacArthur fue un mito militar falso. Cada vez está más claro que no actuó con diligencia en la desastrosa pérdida de las Filipinas en 1942. Está probado que había recibido, a fines de 1941, medio millón de dólares del presidente filipino Quezón, una especie de dádiva o soborno. A Eisenhower se le ofreció también y declinó amablemente la oferta. Marshall lo supo y no dijo nada, y encubrió su fracaso militar en las Filipinas. Por otra parte, los éxitos en el Pacífico se debieron fundamentalmente a sus subordinados, el jefe de la fuerza aérea George Kenney y el general Robert Eichelberger. No entendió que la guerra en el Pacífico se solventaría mediante la capacidad aeronaval, subestimó la importancia de los portaaviones. Por otra parte, el autor de la estrategia tradicionalmente atribuida a MacArhtur de “el salto de isla a isla” es del almirante John Henry Towers, del equipo de Nimitz.

Sin embargo la prensa de derechas jaleaba a MacArthur y lo convirtió en una especie de héroe intocable. Su ideas coincidían con las de los sectores más duros del naciente imperio norteamericano. Además cultivaba una imagen mediática que tuvo mucho éxito. Rodeado de una corte de aduladores consiguió controlar su puesta en escena de forma impecable.

El Presidente Eisenhower y Douglas MacArthur. 1956. Library of Congress.
Nota. Eisenhower lleva una corbata con el identificador de "general de cinco estrellas". No sabemos si como deferencia hacia MacArthur o para recordarle que tenía el mismo rango militar. Eisenhower había sido subordinado de MacArthur en las Filipinas en 1935.
Las actividades y decisiones de MacArthur en la Guerra de Corea representan perfectamente los intereses de la derecha del Partido Republicano. En el otro lado del espectro había una mayor complejidad. Dentro del Partido Demócrata, que gobernaba desde 1933, y en el seno de la Administración había dos grupos que no se diferenciaban en su visión estratégica sino en las conclusiones sacaban de ella.

Ambos grupos veían a la URSS como un enemigo potencial y real y eran, sin duda, anticomunistas. Conocían de primera mano, por los contactos que había habido durante la Segunda Guerra Mundial, las interioridades de la política soviética. Se trataba, fundamentalmente, de funcionarios del Departamento de Estado. Se habían forjado en el seno de la administración Roosevelt. Franklin Delano Roosevelt siempre pensó, erróneamente, que podría llegar a acuerdos con Stalin, que podría establecer una relación personal, para conseguirlo confiaba en su carisma. El grupo que le acompañó en esos intentos estaba formado, entre otros, por Harry Hopkins, Averell Harriman, George Kennan y William Bullit. Hopkins fue el encargado de trasladar mensajes a la cúpula soviética, hizo numerosos viajes a Moscú. Averell Harriman, hijo del “rey de los ferrocarriles”, fue un asesor de Roosevelt y embajador en la URSS entre 1943 y 1946. Willam Bullit fue el primer embajador en la URSS en 1933, liberal y considerado un “blando” por los sectores más duros de la derecha republicana. George F. Kennan, el más brillante de todos ellos, fue un analista del Departamento de Estado, inicialmente partidario de la contención y después abogando por establecer acuerdos con la URSS. 

Precisamente George Kennan, el mayor especialista en China, fue arrinconado por la estrella ascendente, Dean Acheson, que fue nombrado, el 21 de enero de 1949, Secretario de Estado. Acheson representaba al grupo rival, más beligerante con la URSS. Es decir, después de la Segunda Guerra Mundial el equipo más contemporizador fue reemplazado, dentro del mismo Partido Demócrata por un grupo más duro. 

Dean Acheson (izda.) y Felix Frankfurter. 12/01/1939. Library of Congress.
Acheson sustituyó a George Marshall, que había sido Jefe de Estado Mayor con Roosevelt durante la guerra y que pertenecía a un grupo de militares pragmáticos. En dicho grupo se podría incluir a Eisenhower, Omar Bradley, jefe de Estado Mayor durante la guerra de Corea, y a Matthew Ridgway. Se trataba de militares muy conscientes de su función técnica y no política. Exactamente lo contrario de lo que terminó haciendo Douglas MacArthur.

Ya hemos identificado los grupos de poder estadounidenses que intervinieron en los avatares que estamos analizando. Obviamente se trata de una simplificación. Sin embargo resulta útil como hipótesis de trabajo. 

En concreto, los grupos de poder serían los siguientes: la prensa ligada al grupo Life, dirigido por Henry Luce. La derecha republicana, representada por un grupo de senadores y que apoyaba a MacArthur utilizándolo como arma arrojadiza contra Truman.  Los burócratas moderados cuya influencia, en el momento de la guerra de Corea, estaba en retroceso. Y los burócratas duros que, a partir de aquel momento, empezaron a trabajar para conseguir la primacía de los Estados Unidos.

DECISIONES EN ESTADOS UNIDOS

Todo el asunto coreano giraba alrededor de la cuestión china. El triunfo comunista en China (1949),  propiciado por la enorme corrupción e ineficiencia del Kuomintang y de Chiang Kai-shek, había provocado un terremoto político en Estados Unidos. El “lobby” chino echaba la culpa a Truman. Sin embargo Truman anunció el 5 de enero de 1950 que Estados Unidos no intervendría a favor de los nacionalistas. Acheson, el principal asesor de Truman, y en quien éste confiaba, pensaba que China seguiría el ejemplo de la Yugoslavia de Tito no alineándose explícitamente con los soviéticos.

Por esto es por lo que el 12 de enero, en un discurso en el club de prensa de Washington, excluyó a Taiwan, a Corea del Sur y al sudeste asiático, de la línea de defensa estratégica de Estados Unidos. Los republicanos en el Congreso reaccionaron en contra. El senador republicano por California William F. Knowland criticó acerbamente la postura de Truman.

Precisamente en ese momento, febrero de 1950, comenzaron los ataques del senador de Wisconsin, Joseph McCarthy contra la presunta infiltración comunista en el Departamento de Estado. Recordemos que, no es casual, el Tratado entre China y la URSS se firmó el 14 de febrero de 1950.

El 7 de abril de 1950 se emite el informe secreto NSC-68 (National Security Council). El informe había sido elaborado por Paul Nitze, Jefe de la Oficina de Planificación Política del Departamento de Estado. Nitze había sustituido a George Kennan en dicho comité. Acheson lo nombró porque pertenecía a una línea más dura, y acorde con sus intenciones, que Kennan.

El documento, confeccionado a escondidas del Secretario de Defensa Johnson, planteaba sustanciales aumentos en el presupuesto de defensa. Hay que tener en cuenta que ciertos sectores norteamericanos estaban fascinados con el poder nuclear. Habían llegado a pensar que no eran necesarias fuerzas militares convencionales. Consideraban que el poder de disuasión de las bombas atómicas convertía los enfrentamientos en una especie de partida de ajedrez más relacionada con la teoría de juegos que con la guerra real. Sorprendentemente esta tesis era compartida por la derecha republicana. Los republicanos creían que obtendrían más votos apoyando una desmovilización del ejército en gran escala que era lo que quería el pueblo norteamericano. El poder atómico les proporcionaba la excusa perfecta.

El Pentágono, a espaldas de su jefe el Secretario de Defensa, estaba totalmente de acuerdo con las tesis del documento NSC-68. El presupuesto de Defensa se había desplomado, el material se había quedado obsoleto y la calidad operacional del ejército era muy deficiente. La Guerra de Corea confirmó estos parámetros. Por otra parte, los militares, como técnicos, sabían perfectamente que solamente las tropas sobre el terreno ganaban las guerras. Una fantasía típica es considerar los avances técnicos como definitivos. Por ejemplo, cuando apareció el poder aéreo se pensó que los bombardeos sustituirían a las batallas terrestres y no fue así. 

El documento NSC-68 identificaba claramente los enemigos de Estados Unidos y planteaba la consecución de una primacía imperial. Este documento representa el germen de una dinámica que afianzó la guerra fría. 

La alianza entre los burócratas duros, representados por Acheson y los militares del Pentágono se plasma en el nombramiento de Marshall como Secretario de Defensa el 21 de septiembre de 1950. Este movimiento permitiría el nombramiento de Matthew Ridgway el 26 de diciembre como jefe de las tropas en Corea, quitando el control a MacArthur. Y, posteriormente, la defenestración de MacArthur, el 11 de abril de 1951, con el apoyo de la cúpula militar.

CONCLUSIONES

La guerra de Corea confirmó la tesis fundamental del documento NSC-68, es decir que “Estados Unidos necesitaba fuerzas de ataque móviles más numerosas y más eficaces para demostrar que estaba decidido a responder a la agresión comunista en cualquier parte del mundo.”
Según Westad la guerra de Corea militarizó el conflicto a escala mundial. Se eliminó la posible cooperación entre los bloques. 
Aumentó la importancia estratégica del Sudeste asiático. Como ejemplo, Estados Unidos financió gran parte de los costes del ejército francés en la guerra de Indochina entre 1946 y 1954.

La guerra dejó devastada la península de Corea, el coste en vidas humanas fue inmenso y la destrucción total. El conflicto no está todavía resuelto.
En definitiva tal y como concluye David Halberstam “incrementó la influencia del Pentágono y reforzó el predominio de las cuestiones de seguridad nacional en la conducción del Estado y de los sectores que Dwight Eisenhower denominaría, en su discurso de despedida (17/01/1961) como presidente, «complejo militar-industrial».”
Dean Rusk (izda.), Secretario de Estado, Presidente Lyndon B. Johnson y Robert McNamara (dcha.), Secretario de Defensa. 21/07/1965. Fotografía de Warren K. Leffler. Library of Congress.
El grupo que terminó ganando la partida en Estados Unidos fue el encabezado por Acheson. Sus tesis sobrevivieron a la presidencia de Eisenhower y se consolidaron en las presidencias de Kennedy y Johnson. En la Library of Congress hay una fotografía muy reveladora datada el 28 de noviembre de 1960. Aparecen en ella el recién elegido Presidente Kennedy  con Dean Acheson en la puerta del domicilio de este último en Washington. Esta fotografía, nada casual, tenía como finalidad mostrar que Kennedy no era un “blando” y que tenía la intención de seguir la política norteamericana en lo que se refería a la URSS.  Además otro hombre del grupo de Acheson, Dean Rusk, fue nombrado por Kennedy para dirigir la Secretaría de Estado en 1961 y continuó en el cargo hasta 1969, ya con Johnson.
Dean Acheson y el recién elegido Presidente John F. Kennedy. Domicilio de Acheson en Washington DC. 28/11/1960. Library of Congress.

INTERPRETACIONES HISTÓRICAS SOBRE LA GUERRA FRÍA

Según Powaski se han hecho tres interpretaciones de los orígenes de la guerra fría, la ortodoxa, la revisionista y la posrevisionista.

La ortodoxa carga la culpa en la URSS. La incompatibilidad ideológica de los dos grandes potencias y el afán de expansionismo ruso, tanto el tradicional, procedente del Imperio ruso, como el propio de la extensión del marxismo en el mundo. Los historiadores soviéticos, por su parte, indican que la URSS estaba postrada económicamente por las destrucciones de la guerra mundial. Y, en cambio, Estados Unidos tenía un poder económico y militar sin igual.

Los historiadores revisionistas defienden que el gobierno Truman inventó el mito de la Unión Soviética hostil “para lograr que los ciudadanos de Estados Unidos apoyasen una nueva estrategia intervencionista cuyo objetivo era hacer del mundo un lugar seguro para el capitalismo norteamericano”

Según esta tesis Estados Unidos estaría más preocupado por el capitalismo norteamericano en la Europa occidental que por una invasión soviética o el triunfo de una revolución socialista.

La tesis posrevisionista defendida por John Lewis Gaddis se basa en que «el impulso original del multilateralismo norteamericano no fue el anticomunismo ni la necesidad de sostener el capitalismo mundial. En vez de ello, el gobierno de Estados Unidos respaldó la política de puertas abiertas en gran parte porque estaba decidido a impedir que renacieran los sistemas autárquicos cerrados que habían contribuido a la depresión mundial y a dividir el mundo en bloques rivales antes de la guerra».

Las últimas tesis (Melvyn Leffler) abundan en que lo que pretendía Estados Unidos no era equilibrar y contener el poder de la URSS sino alcanzar un poder preponderante.

BIBLIOGRAFÍA

Burleigh, Michael. Pequeñas guerras, lugares remotos. Taurus, 2014.

Halberstam, David. La guerra olvidada: Historia de la guerra de Corea. Crítica, 2008.

Powaski, Ronald E. La guerra fría: Estados Unidos y la Unión Soviética 1917-1991. Crítica, 2011.

Schom, Alan M. La guerra del Pacífico: de Pearl Harbor a Guadalcanal (1941-1943). Paidós, 2005

Westad, Odd Arne. La Guerra Fría: Una historia mundial. Galaxia Gutenberg, 2018

Wilson Center. Digital Archive.Wilson Center Digital Archive

https://digitalarchive.wilsoncenter.org/collection/188/china-and-the-korean-war