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Wilhelm II en Jerusalén - 1898

En octubre de 1898 el Kaiser Guillermo II de Alemania realizó una visita de Estado al Imperio Turco. Se entrevistó con el Sultán y después se dirigió, en el yate Hohenzollern, a Jerusalén; desembarcó en Jaffa (Haifa) e inmediatamente viajó a Ramala (a 15 Km de su destino) donde se instaló. El viaje tenía como finalidad establecer lazos diplomáticos con los turcos, y la excusa de inaugurar la Iglesia luterana del Redentor.


Lo que resulta interesante es un reportaje fotográfico que se confeccionó con motivo de la visita  y que dió como resultado fotografías de gran formato (sobre soporte de cristal), cuyos originales se encuentran en la Library of Congress y que nos revelan la puesta en escena de la visita. En concreto, una de ellas, en la que se ve al cortejo imperial el día de la visita a Jerusalén, es una muestra del protocolo que rodeó al evento.



Cuando se ven estas fotografías, inmediatamente viene a la cabeza la escena de Indiana Jones, en la película En busca del arca perdida, en la que el Arca de la Alianza es transportada por los nazis por un paisaje árido y agreste y con la correspondiente parafernalia de lábaros y banderas. Los analistas de Spielberg tuvieron que valorar estas imágenes.



El reportaje fotográfico no tenía, obviamente, una mera finalidad periodística; era un instrumento de propaganda. Como tal fue cuidadosamente orquestado. La iconografía estaba ligada a la visión medievalista en la línea de la invención de la Edad Media que se llevó a cabo a lo largo del siglo XIX. Una Edad Media mítica, wagneriana, que a fines del siglo se había consolidado en los cuadros, entre otros, de Edmund Blair Leighton cuyo cuadro "God speed" ilustra este comentario.



La entrada de Guillermo II en Jerusalen se escenificó como la de un caudillo de los cruzados, corregido a través del filtro romántico. A caballo, con capa blanca, coraza metálica y un casco decorado con un águila, en la línea del dragón que aparece en el cuadro de Leighton. No hubo nada casual, estamos ante una representación teatral en la línea del movimiento "jugendstil" y sus homólogos movimientos modernistas.

Incluso se montó una lujosa tienda de campaña, con decoración barroca, victoriana, muy al gusto de la época.

Y que está emparentada con los salones del castillo de Neuschwanstein, uno de los delirios medievalistas del rey Luis II de Baviera.

En definitiva, cada época es recreada en un estilo concreto, que la define y la identifica. Ese estilo revela no solamente el gusto estético de sus actores sino también su visión del mundo, su "Weltanschauung". La estética, como siempre, está íntimamente unida a la ética.

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