Jorge Luis Borges publicó “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” en el número 68 de la revista “Sur” y en el ya remoto mes de mayo de 1940. El relato, con aparente forma de cuento, narraba una vasta conspiración, investigada por el propio Borges y su amigo Bioy Casares, que fabricaba un mundo nuevo para sustituir al mundo real en el imaginario de los habitantes de nuestro planeta. Poco a poco, el mundo artificial se apoderaba de la realidad e imponía el idealismo de Berkeley. El cuento tiene 5.560 palabras; ninguna de ellas es prescindible. Funciona como un relato policial, como un ensayo filosófico y como un cuento fantástico. Tal vez sea el texto más trascendental de Borges, al menos es el que parece tener una mayor profundidad. Su lectura repetida no agota sus posibilidades.
![]() |
Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo el día de su boda en Las Flores, provincia de Buenos Aires (1940).De pie: Óscar Pardo, Enrique L. Drago Mitre y Jorge Luis Borges (testigos del enlace) |
Antes de proseguir, recordemos que la metafísica es la rama de la filosofía que estudia la estructura, componentes y principios fundamentales de la realidad. En esta condición se convirtió en el instrumento que analizaba las “ciencias naturales” antes del nacimiento de la ciencia moderna. La ciencia, en la modernidad, fue requiriendo, cada vez con mayor intensidad, mecanismos de verificación y experimentación. Por ello, ya a mediados del siglo XIX, la metafísica se había convertido en un instrumento inoperante para el avance de la ciencia.
![]() |
Moritz Schlick. c.1930. |
El comentario (corrosivo) del Manifiesto que haría coherente la cita borgiana dice: Si un metafísico o teólogo quiere mantener la vestimenta usual en el lenguaje, entonces le debe ser claro y mostrar claramente que no hay representación, sino expresión; que no hay teoría -es decir, comunicación de un conocimiento-, sino poesía y mito. Si un místico afirma tener experiencias que están sobre o más allá de cualquier concepto, entonces uno no puede negárselo. Pero, resulta que él no puede hablar sobre ello, porque hablar significa capturar en conceptos, esto es: reducirlo a hechos científicos integrables.
![]() |
Jorges Luis Borges y Estela Canto. 1945 |
En el inicio del cuento Borges y Bioy están en una quinta alquilada, acaban de cenar y polemizan sobre una novela. Al fondo remoto del corredor les acecha un espejo. Descubren, puesto que es de noche es inevitable, que los espejos tienen algo monstruoso. Entonces Bioy recuerda que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres. Buscan la referencia en la Anglo American Cyclopedia y no hay rastro de Uqbar. Al día siguiente Bioy llama a Borges y le comenta que había encontrado la referencia en el Tomo XLVI de la Anglo American Cyclopedia; allí se indicaba que Para uno de esos gnósticos, el visible universo era una ilusión o (más precisamente) un sofisma. Los espejos y la paternidad son abominables (mirrors and fatherhood are abominable) porque lo multiplican y lo divulgan.
Parece que la clave del cuento giraría en torno al rechazo a los espejos. Sin embargo, debemos recordar que son los heterodoxos en Uqbar (luego Tlön) los que hacen hincapié en ese rechazo. Recordemos que los heterodoxos siempre lo son porque han terminado perdiendo la hegemonía; la historia siempre la escribe la ortodoxia. Más tarde, en el cuento, se cita que a raíz de las persecuciones religiosas del siglo XIII, los ortodoxos buscaron amparo en las islas, donde perduran todavía sus obeliscos y donde no es raro exhumar sus espejos de piedra. En definitiva, la ortodoxia en Uqbar estaría íntimamente ligada a los espejos y su importancia.
Umberto Eco publicó (1988) un libro titulado “De los espejos y otros ensayos” que puede ilustrarnos sobre la importancia de los espejos en el cuento de Borges. Eco se planteaba las siguientes cuestiones Los espejos, ¿son un fenómeno semiósico? ¿O son signos las imágenes reflejadas en la superficie de los espejos?.
![]() |
Jorge Luis Borges, Cesar Fernandez Moreno y Emir Rodriguez Monegal. Montevideo, 1948. |
Eco dice que un signo es aliquid que stat pro aliquo (algo que representa algo). Es preciso tener en cuenta que, entre otros detalles, solamente se refleja lo que hay en ese momento ante el espejo. Es decir, una imagen especular tiene un referente que no puede estar ausente; por ello, esa imagen no puede ser considerada como signo. En este caso (en los espejos) el signo (lo representado, el objeto) no está siempre presente.
Si la semiosis es una actividad que requiere la existencia de un signo y el espejo no puede considerarse, en sentido estricto (y absoluto), un signo; ¿qué naturaleza tiene, entonces, un espejo.
La calificación más plausible termina asociada (Eco dixit) a las reflexiones de Jacques Lacan: El espejo es un fenómeno-umbral, que marca los límites entre imaginario y simbólico (semiósico). Además, los espejos serían prótesis que extienden (y amplían) nuestra mirada. También son “canales”, es decir, medios materiales que permiten el paso de información.
Eco termina diciendo que El universo catóptrico es una realidad capaz de dar la impresión de la virtualidad. El universo semiósico es una virtualidad capaz de dar la impresión de la realidad.
La “razón” se declara contra el espejo que no ofrece al mundo sino una imagen del mundo, una materia desmaterializada, en una palabra, una contradicción frente a la ley de no contradicción (Todorov citado por Vasquez).
Los espejos son utilizados por Borges como elemento que conduce a la confusión. Al eliminar la línea divisoria, el propio espejo como umbral, entre la realidad y la copia especular los metafísicos tlönianos rompen una barrera fundamental. A partir de ese momento todo resulta posible.
En este terreno ambiguo es donde Borges desarrolla las tesis que subyacen en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”. En primer lugar, utiliza el instrumento más conspicuo de la Modernidad, la Enciclopedia, para “crear” un mundo nuevo. Subvierte la fiabilidad de la Enciclopedia de Diderot y d’Alembert. Al poner en cuestión la información en la que se basa nuestro imaginario, la descripción de nuestro mundo queda en entredicho.
En segundo lugar, al elevar los espejos al ámbito de una categoría real ocurre lo que dice la doctora Vasquez: Así, en Tlön el espejo actuaría como el primer dispositivo de “deconstrucción” al poner en marcha un desmontaje crítico de las oposiciones jerárquicas de los sistemas teóricos. Es decir, se dinamita la “dualidad platónica”.
En ese momento el mundo sensible ya no es la copia degradada del mundo de las ideas, es una realidad en sí mismo. De ese mundo se pueden hacer copias. Una de esas copias posibles, el mundo inventado en la Enciclopedia de Tlön, se convierte en la nueva realidad.
![]() |
Victoria Ocampo. Editora y directora de la Revista Sur. |
Borges describió, mediante la literatura fantástica y hace más de ochenta años, un mundo posible que usurpaba la realidad de forma sospechosamente parecida a como los mundos digitales están invadiendo (y estandarizando) el mundo en el que vivimos. No han aparecido todavía, como en Tlön, sus tigres transparentes y sus torres de sangre, pero tiempo al tiempo.
BIBLIOGRAFIA
Jorge Luis Borges. Ficciones.
Umberto Eco. De los espejos y otros ensayos. Debolsillo, 2012. ISBN 978-8499897295