“Encontré una dama en la pradera
plena belleza de hija de hada:
cabellos largos, paso ligero,
ojos de fiera vivacidad.”
Es una estrofa de la balada “La Belle Dame sans Merci” (La bella dama sin piedad), escrita por el poeta inglés John Keats en 1819. Trata de un hada que seduce a un caballero y lo condena a perder su sentido vital. Es el arquetipo de “femme fatale”. El título proviene de un poema medieval francés. De una forma muy sutil relata como el caballero, tras haber probado el “alimento feérico” (Harold Bloom), ya no se puede adaptar a la vulgaridad terrena.
plena belleza de hija de hada:
cabellos largos, paso ligero,
ojos de fiera vivacidad.”
Es una estrofa de la balada “La Belle Dame sans Merci” (La bella dama sin piedad), escrita por el poeta inglés John Keats en 1819. Trata de un hada que seduce a un caballero y lo condena a perder su sentido vital. Es el arquetipo de “femme fatale”. El título proviene de un poema medieval francés. De una forma muy sutil relata como el caballero, tras haber probado el “alimento feérico” (Harold Bloom), ya no se puede adaptar a la vulgaridad terrena.
"La belle dame sans merci". John William Waterhouse, 1893. Museo estatal de Hesse. |
“Yo os quiero poner un nombre que será conforme a vuestra persona y angustia en que sois puesto, que vos sois mancebo y muy hermoso y vuestra vida está en grande amargura y en tinieblas, quiero que hayáis nombre Beltenebros.” (Amadís, libro 2, capítulo 48). El vocablo recuerda a la bilis negra (Avicena), síntoma de la melancolía.
Umberto Eco apuntó (El superhombre de masas, 1976), analizando “Los tres mosqueteros” de Alejandro Dumas, que los arquetipos citados podrían ser aplicables a Athos y a la malvada Milady de Winter. Recordemos que una de las subtramas de la novela de Dumas se basa en la relación oscura entre Athos, antes conde de la Fère, y Milady, que resulta ser su traicionera esposa.
Los tres mosqueteros. Maurice Leloir. 1894. |
En su furia, la de Winter, intentará matarle en varias ocasiones hasta terminar siendo ajusticiada por los mosqueteros por sus crímenes. Entre ellos se incluye la muerte de la amada de D’Artagnan, Constanza Bonacieux.
Hay pues, en la novela, una mezcla de tramas y episodios que se cruzan muy hábilmente, incluida una intriga política entre Inglaterra y Francia. La acción es trepidante y tiene un indudable punto cómico que aumenta su atractivo.
El protagonista elíptico es el Cardenal Richelieu. Su sombra planea sobre toda la obra: al final descubrimos que las aventuras no son más que peripecias de la “razón de Estado”. En este sentido el momento culminante resulta ser cuando D’Artagnan, acusado en presencia de Richelieu, recurre al billete que éste le había entregado a Milady para avalar sus fechorías.
“Su Eminencia cogió el papel y leyó con voz lenta apoyándose en cada sílaba:
«El portador de la presente ha "hecho lo que ha hecho" por orden mía y para bien del Estado.
En el campamento de La Rochelle, a 5 de agosto de 1628.
Richelieu.»”
D'Artagnan y Richelieu. Maurice leloir.1894. |
El acontecimiento principal se produjo el 1 de julio de 1836. Aparecieron dos periódicos, “La Presse” y “Le Siècle”. Ambos comenzaron a publicar (en “feuilleton”) novelas inéditas. En concreto, “La Presse” inició dos novelas “La Vieille Fille”, de Honoré de Balzac, y “La Comtesse de Salisbury” de Alejandro Dumas. A partir de aquel comienzo el auge de la novela (en folletón o por entregas) fue enorme. Gran parte de la producción literaria francesa en el siglo XIX se presentó inicialmente de esta manera. Con posterioridad a su publicación y, en función de su éxito, se lanzaban ediciones en formato de libro.
Alexandre dumas. Fotografía de Nadar. 1855. |
“Los Misterios de Paris” tuvo una repercusión enorme. Inspiró obras similares en otros países. Mereció la atención de Marx y Engels en su libro “La sagrada familia” (“Die heilige Familie”, 1844). Se trataba de una crítica contra el idealismo y el primer escrito realizado en común por ambos sobre el “socialismo científico”. El texto, en el capítulo VIII, realiza una disección de “Los Misterios de París”. Califica a Gerolstein de hipócrita paternalista, recuerda que su capacidad de ayudar depende de la explotación que realiza en su ducado. Y, sobre todo, su teoría de recompensar a los buenos y castigar a los malos, ayuda a mantener el “statu quo” reinante en el sistema. En todo caso la novela de Sue contribuyó a crear el estado de opinión que culminó en la Revolución de 1848.
Portada "Le Siecle". 14 de marzo de 1844. Al pie, el comienzo de "Los tres mosqueteros". |
Alejandro Dumas fue un literato de notable envergadura. Se inició como dramaturgo; su momento álgido como tal se produjo con el estreno de “Enrique III y su corte” (1829). Otro drama suyo, “La Tour de Nesle” (1832), contribuyó junto a la novela “Notre Dame de Paris” (1831) de Victor Hugo al auge de la Edad Media en el París decimonónico. Obviamente las “restauraciones” de Viollet-le-Duc, entre otras, en la propia catedral de “Notre-Dame”, no son ajenas a esta moda.
Emilia Pardo Bazán, en su minucioso ensayo crítico “La literatura francesa moderna” (1910-1911) dice que el Dumas autor de teatro es muy superior al Victor Hugo de “Hernani”. Por supuesto, considera a Hugo un mejor novelista que Dumas. Dice que las novelas de Dumas no son un ejemplo de estilo en absoluto, pero reconoce que Dumas se sigue vendiendo cuando otros muchos han caído en el olvido, incluido Eugenio Sue.
El poeta alemán Heinrich Heine, en una carta enviada a Dumas el 28/03/1854, escribió: “Es cierto que después de Cervantes y Madame Shariar, más conocida como la Sultana Scheherazade, eres el narrador más divertido que conozco.”
Alexandre Dumas. Achille Ddebéria. 1829. |
En todo caso, como nos recuerda Eco, Nietzsche está dispuesto a romper “cualquier puente con todo lo que sean justificaciones trascendentes”. Sin embargo, Dumas no tiene fuerza especulativa y, simplemente vende su producto. Por lo tanto, en lo que se refiere a Montecristo, “El Superhombre se convertirá entonces en un enviado del Señor”.
En todo caso, los arquetipos creados por Dumas han trascendido su época y se han incorporado al canon clásico de personajes literarios. No es poco para un escritor considerado el paradigma de la literatura “industrial” (Charles Augustin Sainte-Beuve) o de consumo.
BIBLIOGRAFIA
Garci Rodríguez de Montalvo. Amadís de Gaula. 1508.
Alejandro Dumas. Los tres mosqueteros.
Alejandro Dumas. El conde de Montecristo.
Umberto Eco. El superhombre de masas.Debolsillo, 2012. ISBN 978-8499895093
Harold Bloom. Cómo leer y por qué. Anagrama, 2006. ISBN 978-8433905994.
Eugène Sue. Los misterios de París.
Karl Marx y Friedrich. La Sagrada Familia. Akal, 2013 ISBN 9788446035046
Emilia Pardo Bazán. La literatura francesa moderna I. El romanticismo. V. Prieto y Cía. 1911.
Emilia Pardo Bazán. La literatura francesa moderna II. La Transición. V. Prieto y Cía. 1911