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El folletín. La novela se hace popular.

“Encontré una dama en la pradera
plena belleza de hija de hada:
cabellos largos, paso ligero,
ojos de fiera vivacidad.”
Es una estrofa de la balada “La Belle Dame sans Merci” (La bella dama sin piedad), escrita por el poeta inglés John Keats en 1819. Trata de un hada que seduce a un caballero y lo condena a perder su sentido vital. Es el arquetipo de “femme fatale”. El título proviene de un poema medieval francés. De una forma muy sutil relata como el caballero, tras haber probado el “alimento feérico” (Harold Bloom), ya no se puede adaptar a la vulgaridad terrena.
"La belle dame sans merci". John William Waterhouse, 1893. Museo estatal de Hesse.
El contrapunto arquetípico del hada malvada podría ser el “Beau tenebreux”. Su origen se encuentra en el “Amadís de Gaula”, libro de caballerías de atribución incierta y cuya versión definitiva es de Garci Rodríguez de Montalvo. La edición más antigua conocida es la del impresor zaragozano Jorge Coci hecha en 1508. En ella Amadís, desesperado por la pérdida del amor de Oriana, se retira a la Peña Pobre y adopta el nombre de Beltenebros (en francés “Beau tenebreux”) que le asigna un “buen hombre” del lugar.
“Yo os quiero poner un nombre que será conforme a vuestra persona y angustia en que sois puesto, que vos sois mancebo y muy hermoso y vuestra vida está en grande amargura y en tinieblas, quiero que hayáis nombre Beltenebros.” (Amadís, libro 2, capítulo 48). El vocablo recuerda a la bilis negra (Avicena), síntoma de la melancolía.
Umberto Eco apuntó (El superhombre de masas, 1976), analizando “Los tres mosqueteros” de Alejandro Dumas, que los arquetipos citados podrían ser aplicables a Athos y a la malvada Milady de Winter. Recordemos que una de las subtramas de la novela de Dumas se basa en la relación oscura entre Athos, antes conde de la Fère, y Milady, que resulta ser su traicionera esposa. 
Los tres mosqueteros. Maurice Leloir. 1894.
Otra subtrama de “Los tres mosqueteros” es la que resulta del enfrentamiento entre D’Artagnan y la despiadada Milady de Winter, agente de Richelieu, a la que conoce al principio de la novela, en la posada de Meung. Más adelante, D’Artagnan, haciéndose pasar por el amante de Milady logra meterse en su cama y descubierto el engaño, lucha con ella y arrancándole la bata descubre la infamante flor de lis en su hombro, que ostenta por su réproba vida anterior. 
En su furia, la de Winter, intentará matarle en varias ocasiones hasta terminar siendo ajusticiada por los mosqueteros por sus crímenes. Entre ellos se incluye la muerte de la amada de D’Artagnan, Constanza Bonacieux. 
Hay pues, en la novela, una mezcla de tramas y episodios que se cruzan muy hábilmente, incluida una intriga política entre Inglaterra y Francia. La acción es trepidante y tiene un indudable punto cómico que aumenta su atractivo.
El protagonista elíptico es el Cardenal Richelieu. Su sombra planea sobre toda la obra: al final descubrimos que las aventuras no son más que peripecias de la “razón de Estado”. En este sentido el momento culminante resulta ser cuando D’Artagnan, acusado en presencia de Richelieu, recurre al billete que éste le había entregado a Milady para avalar sus fechorías. 
“Su Eminencia cogió el papel y leyó con voz lenta apoyándose en cada sílaba:
«El portador de la presente ha "hecho lo que ha hecho" por orden mía y para bien del Estado.
En el campamento de La Rochelle, a 5 de agosto de 1628.
Richelieu.»”
D'Artagnan y Richelieu. Maurice leloir.1894.
La novela fue publicada, en “feuilleton”, en el periódico Le Siècle entre el 14/03/1844 y el 15/07/1844. El “feuilleton”, que dio nombre al “folletín”, se refería a la parte baja de cada plana o página de periódico. Este sistema se utilizó a partir de principios de la década de 1830 para secciones fijas, comentarios o crónicas de viajes. Los periódicos, en Francia, tuvieron un gran auge a partir de dicho momento. Hubo varias causas; una mayor alfabetización, la emergencia de clases asalariadas y el abaratamiento de los periódicos. La suscripción pasó de costar 80 francos a 40 francos; el salario medio de un obrero era de unos 800 francos anuales (3 francos diarios). Ello permitió el acceso a la prensa de una parte importante de la población. Las tiradas alcanzaron en la década de 1840 alrededor de 150.000 ejemplares. Hay que tener en cuenta que cada periódico era leído en el ámbito familiar, en asociaciones y en casas de vecinos. El cálculo de personas que lo leían o escuchaban su lectura se estima en un millón y medio.
El acontecimiento principal se produjo el 1 de julio de 1836. Aparecieron dos periódicos, “La Presse” y “Le Siècle”. Ambos comenzaron a publicar (en “feuilleton”) novelas inéditas. En concreto, “La Presse” inició dos novelas “La Vieille Fille”, de Honoré de Balzac, y “La Comtesse de Salisbury” de Alejandro Dumas. A partir de aquel comienzo el auge de la novela (en folletón o por entregas) fue enorme. Gran parte de la producción literaria francesa en el siglo XIX se presentó inicialmente de esta manera. Con posterioridad a su publicación y, en función de su éxito, se lanzaban ediciones en formato de libro.
Alexandre dumas. Fotografía de Nadar. 1855.
La apoteosis del “feuilleton” se produjo con la publicación de “Los Misterios de París”, de Eugène Sue, en el “Journal des débats” entre el 19/06/1842 y el 15/10/1843. La novela retrataba los barrios más miserables de París y la vida de los que vivían entre el hampa y la pobreza. Los personajes eran seres sin futuro en la depredación del naciente sistema capitalista. Allí aparece Rodolfo (duque) de Gerolstein, un aristócrata (posiblemente germánico), que actúa como protector y salvador de los desposeídos. La trama es frenética y llena de momentos emotivos y lacrimógenos. Utilizaba el argot de los delincuentes, los “apaches” de París, que medraban en ese turbio escenario. 
“Los Misterios de Paris” tuvo una repercusión enorme. Inspiró obras similares en otros países. Mereció la atención de Marx y Engels en su libro “La sagrada familia” (“Die heilige Familie”, 1844). Se trataba de una crítica contra el idealismo y el primer escrito realizado en común por ambos sobre el “socialismo científico”. El texto, en el capítulo VIII, realiza una disección de “Los Misterios de París”. Califica a Gerolstein de hipócrita paternalista, recuerda que su capacidad de ayudar depende de la explotación que realiza en su ducado. Y, sobre todo, su teoría de recompensar a los buenos y castigar a los malos, ayuda a mantener el “statu quo” reinante en el sistema. En todo caso la novela de Sue contribuyó a crear el estado de opinión que culminó en la Revolución de 1848.
Portada "Le Siecle". 14 de marzo de 1844. Al pie, el comienzo de "Los tres mosqueteros".
Aprovechando el auge de los folletines, Dumas publicó “El conde de Montecristo” en el “Journal des débats” entre el 28/08/1844 y el 15/01/1846. Constituyó otro éxito. Se trata de una novela en la que convierte al protagonista, Edmundo Dantés, en un ser casi mítico, por su poder y el alcance de su venganza. Montecristo se cree divino, aunque al final reconoce que ha sido “…un hombre que, semejante a Satanás, se creyó un instante igual a Dios, …”
Alejandro Dumas fue un literato de notable envergadura. Se inició como dramaturgo; su momento álgido como tal se produjo con el estreno de “Enrique III y su corte” (1829). Otro drama suyo, “La Tour de Nesle” (1832), contribuyó junto a la novela “Notre Dame de Paris” (1831) de Victor Hugo al auge de la Edad Media en el París decimonónico. Obviamente las “restauraciones” de Viollet-le-Duc, entre otras, en la propia catedral de “Notre-Dame”, no son ajenas a esta moda.
 Emilia Pardo Bazán, en su minucioso ensayo crítico “La literatura francesa moderna” (1910-1911) dice que el Dumas autor de teatro es muy superior al Victor Hugo de “Hernani”. Por supuesto, considera a Hugo un mejor novelista que Dumas. Dice que las novelas de Dumas no son un ejemplo de estilo en absoluto, pero reconoce que Dumas se sigue vendiendo cuando otros muchos han caído en el olvido, incluido Eugenio Sue. 
El poeta alemán Heinrich Heine, en una carta enviada a Dumas el 28/03/1854, escribió: “Es cierto que después de Cervantes y Madame Shariar, más conocida como la Sultana Scheherazade, eres el narrador más divertido que conozco.”
Alexandre Dumas. Achille Ddebéria. 1829.
Umberto Eco, en el libro mencionado y citando a Gramsci, decía que Montecristo, mucho más que su “alter ego” Rodolfo de Gerolstein, era un claro antecedente del concepto de Superhombre que Nietzsche presentaba en “Also sprach Zarathustra”. La causa se encontraría en el “clima filosófico” que reina en “El conde de Montecristo”. Montecristo, en conversación con Villefort se lo dice claramente: “Yo soy uno de esos seres excepcionales, sí señor, y creo que hasta ahora ningún hombre se ha encontrado en una posición semejante a la mía.”
En todo caso, como nos recuerda Eco, Nietzsche está dispuesto a romper “cualquier puente con todo lo que sean justificaciones trascendentes”. Sin embargo, Dumas no tiene fuerza especulativa y, simplemente vende su producto. Por lo tanto, en lo que se refiere a Montecristo, “El Superhombre se convertirá entonces en un enviado del Señor”.
En todo caso, los arquetipos creados por Dumas han trascendido su época y se han incorporado al canon clásico de personajes literarios. No es poco para un escritor considerado el paradigma de la literatura “industrial” (Charles Augustin Sainte-Beuve) o de consumo. 

BIBLIOGRAFIA
Garci Rodríguez de Montalvo. Amadís de Gaula. 1508.
Alejandro Dumas. Los tres mosqueteros.
Alejandro Dumas. El conde de Montecristo.
Umberto Eco. El superhombre de masas.Debolsillo, 2012. ISBN 978-8499895093
Harold Bloom. Cómo leer y por qué. Anagrama, 2006. ISBN 978-8433905994.
Eugène Sue. Los misterios de París.
Karl Marx y Friedrich. La Sagrada Familia. Akal, 2013 ISBN 9788446035046
Emilia Pardo Bazán. La literatura francesa moderna I. El romanticismo. V. Prieto y Cía. 1911.
Emilia Pardo Bazán. La literatura francesa moderna II. La Transición. V. Prieto y Cía. 1911