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Ley Sherman Antitrust

“Sherman tiene razón; el único medio posible de terminar este desgraciado y horroroso conflicto… es hacerlo terrible hasta que nadie lo pueda soportar…”. Esta cita pertenece al diario que Henry Hitchcock, ayudante jurídico del general William Tecumseh Sherman, escribió sobre su experiencia en la Guerra Civil norteamericana. Sherman fue el primer general moderno en aplicar el concepto de “guerra total”. Jefferson Davis lo calificó como “el Atila del Continente Americano”. Sherman aplicó, más tarde, el mismo concepto de aniquilación del enemigo, de forma indiscriminada, en las Guerras Indias. Fundamentalmente (a partir de 1866) contra los sioux.

Sentados: Major General John Alexander Logan, Lieutenant General William Tecumseh Sherman, Major General Henry Warner Slocum. De pie: Major General Oliver Otis Howard, Major General William Babcock Hazen, Major General Jefferson Columbus Davis, Major General Joseph Anthony Mower. Fotografía de Mathew Brady, 1865. Library of Congress.

Sherman nació en Lancaster (Ohio) en una familia de abogados. Su hermano menor, John, fue senador de los Estados Unidos, Secretario de Estado y Secretario del Tesoro. John Sherman ha pasado a la historia por ser el impulsor de la Sherman Antitrust Act de 1890. Esta ley tenía como finalidad impedir los monopolios y las conductas que impidieran la libre competencia. “A priori” parece un gesto de estadista por parte del propio Sherman. Sin embargo, las investigaciones sobre la prensa de aquel momento han demostrado que, en realidad, sus intereses eran torticeros. Sherman fue candidato a la Presidencia de USA en la Convención republicana de 1888. Su candidatura fue dinamitada por el Gobernador de Michigan, Rusell A. Alger. Sherman nunca se lo perdonó. Alger había tenido relación con una empresa, la Diamond Match Company. Esta sociedad llegó a tener un monopolio casi total sobre la fabricación de cerillas. Sherman en realidad impulsó la ley Antitrust con la finalidad fundamental de atacar a la Diamond Match y desacreditar a Rusell Alger. En el curso de las discusiones en el Senado incluso citó por su nombre a Rusell Alger y su conexión con la Diamond Match.
John Sherman (c.1870). Library of Congress.
La Ley Antitrust, que tuvo un origen muy poco ortodoxo, terminó sirviendo a los fines para los que “aparentemente” había sido creada. La primera sentencia de importancia que provocó fue Standard Oil Co. of New Jersey v. United States, 221 U.S. 1 (1911), dictada el 15 de mayo de 1911. Esta sentencia castigaba las prácticas llevadas a cabo por John D. Rockefeller en la producción y el transporte de petróleo a fines del siglo XIX. Rockefeller, y su abogado C.T.Dodd, habían creado un entramado sobre un grupo de sociedades. Estas sociedades, conjuntamente consideradas, tenían un monopolio sobre la actividad petrolífera en Estados Unidos. La estructura jurídica que utilizaron fue la siguiente: se creó un “trust” (una especie de fidecomiso) al que se asignaron todas las acciones de todas las sociedades; los accionistas recibieron certificados de propiedad del “trust”, con lo cual tenían derecho a dividendos pero no a la administración social; el “trust” se dirigía por un órgano colegiado formado por nueve personas. Puesto que los accionistas no tenían poder de decisión se intentaba defender que no podía haber monopolio. La Sentencia del Tribunal Supremo, aplicando la Ley Sherman, sostuvo que “una combinación de negocios era ilegal cuando se dedicaba a una restricción irrazonable del comercio”
John Davison Rockefeller (1909). Library of Congress-
La Standard Oil fue obligada dividirse en 33 compañías diferentes. Curiosamente Rockefeller terminó más rico ya que el valor de las compañías después de la división era tres veces mayor que con anterioridad. 
John D. Rockefeller sufrió un golpe, si no en sus finanzas, al menos en su imagen pública. Esta se deterioró aún más a raíz de los incidentes (y huelgas) en las minas de carbón de Colorado. La conocida como “Masacre de Ludlow” fue un ataque de la Guardia Nacional de Colorado a un campamento de mineros el 20 de abril de 1914. Se devastó (con brutalidad) el campamento (con mujeres y niños) y murieron 25 personas. Una de las más grandes empresas implicadas en la huelga, la Colorado Fuel & Iron Company, era propiedad de la familia Rockefeller. El asunto provocó investigaciones en el Congreso USA y ayudó a reformar la legislación laboral, sobre todo respecto al trabajo infantil en las minas.
Ruinas Ludlow Colony. Trinidad, Colorado. Fotografía Bain News Service, 29/04/1914 (fecha creación o publicación). Library of Congress.
El novelista Upton Sinclair, famoso por un reportaje (en 1906) sobre la explotación de los inmigrantes y las prácticas insalubres de la industria cárnica, participó en las protestas a favor de los huelguistas y en contra de Rockefeller. Éste contraatacó contratando en 1915 al mayor experto en relaciones públicas de la época, Ivy Lee. Lee consiguió crear una nueva imagen de Rockefeller incidiendo en sus actividades filantrópicas. Upton Sinclair “llamaba a Lee “Poison Ivy” (“hiedra venenosa”), por su habilidad para manipular a la opinión pública” (Deirdre Bair). 
Upton Sinclair (traje blanco con brazalete negro) manifestándose ante el Edificio Rockefeller. Mayo 1914. Library of Congress.
La ley Sherman se aplicó en numerosas sentencias posteriores. Entre otras en United States v. American Telephone & Telegraph Co., 461 F. Supp. 1314 (D.D.C. 1978), en la Corte Federal del Distrito de Columbia. Esta fue una de las varias sentencias sobre la ATT. En ella se argumentaba que ATT tenía control absoluto sobre Western Electric, Bell Labs y las compañias operativas de Bell. Se trató de un procedimiento complicado, prolijo y largo. Finalmente, en 1982 se llegó un acuerdo y en 1984 se dividió la actividad de varias compañías regionales (conocidas como “Baby Bells”). En 1996 ATT fragmentó sus operaciones en tres compañías, prácticamente se autodesmanteló. Todavía hay discusiones sobre si la destrucción de la ATT benefició o perjudicó a los consumidores. 
Otra sentencia famosa, asociada la Ley Sherman,  es la relativa a Microsoft. United States v. Microsoft Corporation, 253 F.3d 34 (D.C. Cir. 2001). Esta sentencia culminó con un acuerdo entre Microsoft y el Departamento de Justicia el 2 de noviembre de 2001. Mediante este acuerdo Microsoft se obligaba a compartir con terceros sus interfaces de programación de aplicaciones. Una de las consecuencias más visibles fue que el navegador de Microsoft tenía que estar separado del propio Sistema Operativo.