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Robert Clive, el Raj depredador

La batalla de Plassey tuvo lugar el 23 de junio de 1757. Plassey se encuentra en Bengala (actual Bengala Occidental, en la India), a unos 130 kilómetros al norte de Calcuta. No es una gran batalla, se enfrentaron por un lado el ejército del nabab de Bengala, Siraj ud-Daulah, apoyado por un grupo de artilleros franceses, y por otro un pequeño contingente de la Compañía Británica de las Indias Orientales (East India Company, EIC) dirigido por Robert Clive. Tuvo una enorme repercusión, fue el comienzo irreversible del dominio británico en la India. Sus antecedentes son muy complejos.

Mapa de la India, 1740. Al Oeste el mar Arábigo y al Este el Golfo de Bengala.
Robert Clive comandaba unos 3.000 hombres y derrotó a unos 50.000. Ello fue posible por tres razones. A mediodía un tremendo aguacero silenció la artillería del nabab porque, al contrario que los ingleses, no tenía lonas para proteger la pólvora. Más tarde, Clive aprovechó un ataque no planificado de un subordinado (el mayor Kilpatrick) para continuarlo, desbaratando al ejército enemigo. Y, lo más trascendental, la deserción del general más importante del nabab, Mir Jafar, negociada (mediante sobornos) con el propio Clive, que al día siguiente le saludó como Subedar (gobernador) de Bengala. 

Batalla de Plassey. En negro, tropas de la EIC, a la izquierda, abajo, las tropas de Mir Jafar. J.F.C.Fuller.
Clive era un genio de la intriga. El historiador Thomas Babington Macaulay, escribió sobre él (con una ausencia total de ”corrección política”) en enero de 1840, “...consideraba la política oriental como un juego en el que nada era injusto. Sabía que el estándar de moralidad entre los nativos de la India difería ampliamente del establecido en Inglaterra. Sabía que tenía que lidiar con hombres indigentes (desprovistos) de lo que en Europa se llama honor, con hombres que darían cualquier promesa sin vacilación, y romperían cualquier promesa sin vergüenza, con hombres que emplearían sin escrúpulos la corrupción, el perjurio, la falsificación, para conseguir sus fines.” Robert Clive amasó una fortuna y utilizó todo tipo de artimañas para expandir el poder de la EIC. Años más tarde, el parlamento británico investigaría las acusaciones de corrupción que siempre persiguieron a Clive. 
La península del Indostán en 1760.
En esa época la EIC controlaba Bombay (en el oeste), Madrás (en el sur), y Calcuta. Los franceses habían sido derrotados poco a poco en diversos enfrentamientos desde fines del siglo XVII (Guerras Carnáticas). El resto del subcontinente estaba dominado por los restos del Raj mogol en el Noroeste, por los estados de Mysore e Hyderabad en el Sur y por el Imperio Maratha en el centro, en la meseta del Decán. El Raj mogol que había dominado la India desde principios del siglo XVI estaba en decadencia. El análisis de las causas de dicha decadencia resulta muy interesante.

Shah Jahan a caballo (c.1630). Metropolitan Museum of Art, New York (dominio público). Según la ficha la atribución de este retrato a Payag, escrita en el borde debajo de la pintura de Shah Jahan, fue confirmada recientemente por el descubrimiento de una firma microscópica en la punta dorada del arco del emperador.
En primer lugar el sistema de sucesión del imperio mogol. Los presuntos herederos luchaban entre sí para conseguir el poder derrotando a todos los demás. Ello suponía una  enorme sangría de los recursos disponibles, a pesar de la enorme riqueza del raj mogol. Según Geoffrey Parker (El siglo maldito, Planeta, 2013), en su crónica del siglo XVII, los mogoles gobernaban una población de 100 millones de personas, en el valle del Indo y en el del Ganges. Según dice “Los labradores de esa zona cultivaban diecinueve especies de primavera y veintinueve de otoño, recogiendo en ocasiones dos cosechas al año.”

En segundo lugar, y siguiendo a Parker, la evolución del clima. Diversos episodios de El Niño (ENSO, El Niño-Southern Oscilation) que se duplicaron en el siglo XVII provocaron los monzones más débiles en el período entre 1638 y 1661 desde dos milenios atrás. Monzones débiles implicaban sequías y frío, es decir, malas cosechas y hambrunas generalizadas. En concreto, en 1631-1632 se produjo una gran hambruna, provocada por un importante episodio del Niño (monzón muy débil) unido a una gran actividad volcánica (cenizas en la atmósfera y menor radiación solar). Añade Parker que “...las series de anillos arbóreos de Asia oriental señalan 1643-1644 como los años más fríos de todo el milenio entre el 800 y 1800, y los monzones de invierno trajeron pocas lluvias.”

El emperador Aurangzeb (r. 1656–1707) y su grupo de caza real se muestran aquí en una de las imágenes finales del gran imperio de la era mogol. Los preparativos para la persecución están en progreso, como lo demuestra la fila de cazadores en primer plano y otros que llevan a los ciervos como carnada o llevan pantallas frondosas para camuflarse. Bhavanidas, pintor de esta escena, trabajó primero en la corte de Mughal y luego se mudó a la corte de Rajput de Kishangarh, donde se convirtió en su artista preeminente. Metropolitan Museum of Art, New York (dominio público).
Según indicaba Peter Watson (La gran divergencia, Crítica, 2012) “...cuando se produce una ENSO, y el Pacífico occidental está relativamente frío, más agua fría se filtra hacia el océano Índico, lo cual también ayuda a atemperar el efecto del monzón. Los estudios han demostrado que en la India solo hay sequías los años en que tiene lugar El Niño,aunque esta oscilación no siempre comporta sequías para la India: el vínculo está ahí, pero la relación todavía no se comprende del todo.”

En este contexto, no es casual la ascensión del Imperio Maratha a mediados del siglo XVII. Su tremenda agresividad no puede dejar de estar relacionada con las catástrofes climáticas. El Raj mogol se revela incapaz de mantener la hegemonía y entra en crisis. Es en este escenario que resulta comprensible el creciente poder de la Compañía. La batalla de Plassey a pesar de su aparente insignificancia le proporcionó Bengala y le dio la llave del futuro control de toda la India. 

El Indostán en 1795. En rosa el territorio controlado por la EIC. Después comenzarían las guerras Anglo-Mysore y la segunda y tercera guerras Marathas que consolidarían el dominio británico.
Como cuenta Macaulay se abrieron los tesoros acumulados por los príncipes indios a lo largo de siglos gracias al comercio de especias. Inmensas masas de monedas de oro, florines y besantes bizantinos, fluyeron hacia Gran Bretaña y sirvieron, indudablemente, para financiar la naciente Revolución Industrial. El historiador americano Peter Brooks Adams (1848-1927), nieto del (sexto) presidente de USA John Quincy Adams, afirmó que “...el destino de Europa dependió de la conquista de Bengala”. El monetario fluyó y aceleró la transición al mundo moderno. Continuando con Brooks Adams, “Posiblemente desde los primeros días del mundo ninguna inversión ha conseguido beneficios como los que proporcionó el botín de la India, porque durante cerca de cincuenta años, Gran Bretaña no tuvo competidor.”

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