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Steampunk - Punto de inflexión

Lytton Strachey cuenta, en su irónica biografía sobre la Reina Victoria, una curiosa anécdota que ocurrió en la inauguración de la Gran Exposición, el 1 de mayo de 1851. Después de que el Arzobispo de Canterbury rezara una oración, un chino, vestido con el traje típico, avanzó hacia el grupo real y tributó un homenaje a Su Majestad. La Reina supuso que se trataba de un eminente mandarín y, después, se permitió que formara parte del cortejo diplomático ya que no había ningún representante del Celeste Imperio. Mas tarde desapareció, y las malas lenguas rumorearon que se trataba de un impostor.
Crystal Palace 1851
Crystal Palace. Daguerrotipo. 1851. Se aprecia el gran olmo en el transepto. Library of Congress.
La Gran Exposición fue una idea del Príncipe Alberto con la finalidad de mostrar al mundo el poder industrial del Imperio Británico. Fue la primera de las Exposiciones Universales que se pusieron de moda en Occidente en la segunda mitad del siglo XIX. Crearon la extraña mezcla de propaganda, muestra de los avances tecnológicos y parque temático que fascinó a las nacientes clases medias. Charlotte Brontë (citada por Richard J. Evans, La lucha por el poder: Europa 1815-1914, Crítica, 2017) visitó la Exposición y comentó: “Su grandeza no consiste en una sola cosa, sino en la singular reunión de todas las cosas.” A su vez Karl Marx dijo que la burguesía, con orgullosa autocomplacencia, “exhibía los dioses que ella misma había creado” (Maria Christina Zopff). 

Crystal Palace 1851
Inauguración, la reina Victoria y el príncipe Alberto. 1851
La Exposición de 1851 se produjo, además, en un momento histórico muy concreto. Casi se puede fijar en el final (culminante) de la Primera Revolución Industrial e inmediatamente antes de que hubiera nacido la Segunda. La Primera se basó, fundamentalmente, en el uso de las máquinas de vapor en todos los terrenos, desde las hilaturas de algodón hasta, sobre todo, el ferrocarril. Esta última actividad alcanzó su punto álgido (según Evans) en 1847 consumiendo el 18% de la producción total de hierro.
Crystal Palace. fue diseñado y construido por Joseph Paxton. Utilizó un diseño de módulos prefabricados que permitió su construcción en un plazo de ocho meses. 
Hubo varios avances técnicos que volvieron a cambiar el mundo. Henry Bessemer patentó, en 1856, un procedimiento para la producción de acero en gran escala y bajo coste. Krupp instaló en 1862 (en Essen) el primer alto horno Bessemer, perfeccionándolo en 1869 con la aportación de Sidney Gilchrist Thomas. El convertidor Bessemer-Thomas modificó las reglas de juego. Por otra parte, la BASF (Badische Anilin und Soda-Fabrik) fue fundada en 1865 e inició el auge de la industria química alemana. La electricidad se convirtió, de una curiosidad científica, en el motor de la industria futura. Edison abrió en 1882, en Londres, la primera central eléctrica con turbina de vapor.
Convertidor Bessemer en Pittsburgh. dibujo Charles Graham. Library of Congress.
Como vemos, el punto de inflexión se produce en la década de 1850. No se trata solamente de avances técnicos. Gran Bretaña deja de ser el “taller del mundo”. Ya tiene competencia con Estados Unidos, Francia, Rusia y, sobre todo, Alemania. Esta competición explicará las guerras europeas en el siglo XX. En cuanto a Estados Unidos, no es casual (hay otras muchas causas) que la Guerra Civil (1861-1865) se produzca en el momento en que el sistema productivo del Sur (la Confederación) se está quedando obsoleto por los avances técnicos.
Retrato de mujer trabajando con una máquina de coser. Daguerrotipo, ca. 1853. Library of Congress.
El movimiento “Steampunk” (término nacido en 1980, en el ámbito de la ciencia-ficción) recrea, en el plano estético y literario, una visión retrofuturista que se desarrolla precisamente en este momento final de la Primera Revolución Industrial. Un mundo dominado por la máquina de vapor y en el que no ha aparecido todavía la electricidad y la química moderna. Es decir, el mundo de Julio Verne. Verne publica en la década de 1860 el “corpus” literario que le caracteriza, desde Cinco semanas en globo (1863) hasta 20.000 leguas de viaje submarino (1869). El auge del “steampunk” (a partir de finales del siglo XX) podría revelar un intento de congelación del pasado ante unos avances técnicos que producen vértigo, el anhelo de una estética sólida frente a la “modernidad líquida”.