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Liu Cixin, dimensión desconocida

Liu Cixin (Yangquan, 1963) publicó entre 2007 y 2010 la Trilogía de los tres cuerpos, un libro de ciencia-ficción de 1.800 páginas, que en 2015 obtuvo el Premio Hugo concedido a la primera novela de la trilogía (El problema de los tres cuerpos). Se trata de un relato largo, minucioso, apasionante y, sobre todo, tremendamente didáctico. Pone sobre el tapete todas las teorías de la física moderna, desde las supercuerdas y las múltiples dimensiones de la materia hasta la posibilidad de viajar a velocidades superiores a la de la luz.
Liu Cixin
No sólo habla de física sino también de sociología y la teoría de juegos que podría estar implícita en las relaciones entre civilizaciones en el universo. En concreto, partiendo de que el universo es inmenso pero finito (y escaso), y de que  existirían muchas civilizaciones (y no hay sitio para todas) se produciría el fenómeno de que una civilización no podría conocer la bondad de las otras por la mera especulación. Ello conduciría, a través de cadenas de sospecha, a la desconfianza. A su vez, la desconfianza implicaría intentar la destrucción de cualquier civilización de la que se tuviera noticia. El universo sería un “bosque oscuro” habitado por cazadores acechándose entre sí.
Portada primer volumen de la trilogía
Esta hipótesis solucionaría la paradoja de Fermi: “La aparente contradicción que hay entre las estimaciones que afirman que hay una alta probabilidad de que existan otras civilizaciones inteligentes en el universo observable, y la ausencia de evidencia de dichas civilizaciones.” En  definitiva, todas las civilizaciones se ocultarían para no ser destruidas. 
Detector ATLAS del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN en Ginebra (Suiza)
Las tres novelas contienen, además, múltiples ejemplos de “Gedankenexperiment“, combinación de palabras que en alemán significa «experimento mental». Einstein lo utilizó como mecanismo para la elaboración de sus teorías.
Ubicación del LHC del CERN y de los detectores instalados.
Se describe la posibilidad de desdoblar las dimensiones ocultas en la materia que recoge la teoría de supercuerdas. Según esta teoría las partículas subatómicas son cuerdas (objetos bidimensionales) del mismo tamaño, equivalente a la longitud de Planck, y se diferenciarían al vibrar en diferentes frecuencias. La gravedad se definiría en un mundo ampliado a nueve dimensiones más el tiempo y una más que las englobaría (formando membranas), o sea, once dimensiones.
Sección bidimensional de una variedad de Calabi-Yau de seis dimensiones. Se trata de una representación matemática en dos dimensiones (proyectada en 3D) de un espacio de seis dimensiones.
En nuestro universo de tres dimensiones las seis dimensiones restantes estarían curvadas (dobladas dentro de) con un tamaño inferior al de una cuerda. De esta manera nos resultarían invisibles. En la novela se especula con la posibilidad de desdoblar (en todas sus dimensiones) un objeto tridimensional, un protón, y convertirlo en un espacio bidimensional de un tamaño cercano al de un planeta. Aparentemente esto está alejado de nuestro mundo habitual. Sin embargo, el catalizador de los vehículos de motor de explosión puede explicar la paradoja: contiene un material cerámico (cordierita) con circunvoluciones internas (celdillas panal) cuya superficie (100 m2/gramo), si la desplegáramos, equivaldría a varios estadios de fútbol.